En Dragon’s Hoard cada jugador se pone en la piel (¿escamas?) de un poderoso dragón ávido de tesoros. Capturaremos ovejas de los prados cercanos y las intercambiaremos por toda clase de valiosas maravillas mientras lidiamos con turbas enfurecidas de aldeanos, caballeros y sucios ladrones. Lo se, lo se, lo de conseguir tesoros a cambio de sucias ovejas (para colmo, teñidas de colores por algún depravado) no tiene ningún sentido, pero oye, esto es un juego de cartas sin más pretensiones que hacernos pasar el rato así que tampoco le deis más vueltas.
Los jugadores roban cartas de un área común formada por el mazo y cuatro cartas dispuestas junto a él, de tal forma que lo que vemos son cinco ovejas de cinco posibles colores: azul, morado, rojo, naranja y amarillo. Pero esa tan solo es la parte trasera de la carta, y por la otra cara, la cara oculta a nosotros, pueden ser de uno de los siguientes tipos:
- Cartas de acción como el ladrón (robar dos cartas a otro jugador), el caballero (saltar su turno), la turba (obligar a descartar la mitad de la mano), el dragón (bloquear otra carta de acción) o el mago (para hacer imparable otra acción).
- Tesoros, el fin último del juego y a través de los cuales conseguimos la victoria. Tienen un valor que indica los puntos que nos proporcionarán en el recuento final y una serie de iconos con su coste en ovejas para poder jugarlos (por ejemplo, una de cada color, cuatro rojas, dos moradas y otra de cualquier color, etc). Además, cada tesoro es de un color determinado cuya utilidad veremos en el siguiente punto.
- Guaridas en las que almacenar los tesoros de un determinado color y conseguir puntos de victoria adicionales en función de su número (1 punto por un tesoro, 3 por dos, 6 por tres y 10 por cuatro). Una mini-pista para no jugar a ciegas: los colores de las dos caras de una carta siempre coinciden.
Las cartas cumplen así una doble función, primero como moneda de cambio en forma de ovejas para comprar tesoros, y segundo, la utilidad de su otra cara. Cada oveja que pagues, será un tesoro, guarida o acción que no podrás poner en juego. Empezamos con cuatro cartas y al comienzo de cada turno robamos dos más (tres si tenemos menos de cuatro cartas).
Los turnos se van sucediendo mientras bajamos tesoros y guaridas, estorbamos al contrario y nos protegemos de sus propias acciones. La partida termina cuando compramos el décimo tesoro (en partidas a cuatro jugadores la cifra se reduce a ocho); sumamos los puntos y el jugador con mayor cantidad es el ganador.
De Kickstarter a Kosmos
Dragon’s Hoard se financió el año pasado a través de Kickstarter, atrayendo a las pobres almas condenadas que habitamos esta plataforma principalmente a causa de su sobresaliente apartado artístico. A mediados de abril se terminaban de enviar a los backers las últimas copias de una edición sencilla, en caja pequeña, con 100 cartas: 95 del juego base y 5 exclusivas a modo de recompensa (la carta de acción del unicornio, una protección preventiva contra otras acciones).
El juego muestra un equilibrio razonable entre las mecánicas de gestión de mano, set collection e interacción entre jugadores con las cartas de acción. Un filler sólido aunque tampoco particularmente original que Kosmos lanzará el próximo año en una nueva edición con cartas de mayor tamaño (110 x 70 mm frente a los 90 x 63 mm de la actual) para dar aún más protagonismo al trabajo de Jonas Åkerlund.
Dentro de la caja
Dragon’s Hoard (2014)
- Autor: Nathanael Mortensen
- Ilustración: Jonas Åkerlund
- Editorial: Mortensen Games (Kickstarter) / Kosmos
- Edad: 10+
- Duración: 30 minutos por jugador
- Jugadores: 2-4
- Precio: 19,99 dólares
- Las ilustraciones son sencillamente preciosas.
- Es muy fácil de aprender y funciona bien con niños y no jugones.
Lo bueno
- La fragilidad de las cartas si no las enfundas y la caja de la edición Kickstarter, incapaz de permanecer cerrada.
- Su duración es algo superior a lo que esperamos de este tipo de fillers.
- Las cartas moradas y azules son difíciles de diferenciar.
Lo malo
Galería
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Sitio oficial Dragon’s Hoard