Consultando las estadísticas de Board Game Stats, aplicación para iPhone imprescindible para los que nos gusta llevar un registro de lo que movemos al cabo del año encima de nuestras mesas, me encuentro con que este 2016 he jugado 183 partidas de 85 juegos diferentes con hasta 28 amigos y en 13 localizaciones dispares de la geografía andaluza. Unos números que creo considerablemente buenos si tenemos en cuenta que, teniendo que compaginarlas con otras cosas como la vida familiar y laboral, mis noches lúdicas ocupan dos de las siete de la semana con sendos grupos de amigos que compartimos una pasión más o menos desenfrenada por los juegos de mesa.
Unos juegos de mesa que, más allá de la enorme oferta que se puede encontrar si acudimos a las ya abundantes tiendas online españolas que se dedican a su venta, en los últimos tres o cuatro años han sufrido insigne respaldo por parte de los proyectos de micro mecenazgo hasta el punto que, hoy, 30 de diciembre de 2016, resulta inevitable hablar de Kickstarter o Verkami en cualquier conversación que surja sobre temas lúdicos: con proyectos multimillonarios como el de los gatos que explotan o esa versión 1.5 del Kingdom Monster que va camino de recaudar ¡¡9 millones de dólares!! y de convertirse en el quinto o sexto proyecto más financiado de la historia de Kickstarter, que servidor haya participado en que 63 proyectos del sitio web salgan adelante y que, de ellos, 57 hayan sido juegos de mesa, habla de forma inequívoca de la relevante papel que KS juega en este hobby que tantas horas de dedicación exige.
Y aunque considero que mi compañero Miguel Michán está mucho mejor capacitado que yo para hablaros de lo más granado que nos ha llegado durante este 2016 —sobre todo porque su colección triplica en número a la mía y porque, para qué engañarnos, mi querido amigo dedica mucho más tiempo que el que yo puedo permitirme a jugar—, tomo el relevo de la entrada que pudisteis leer hace dos años por mano de Miguel y aclaro un par de puntos antes de entrar en materia. Primero, que en lugar de los dieciséis títulos que han ido apareciendo durante la semana en el resto de entradas de resumen del año, limito a diez el número por aquello de que lo que os vais a encontrar a continuación sean esos juegos que hay que tener sí o sí y la lista no contenga otros que, están bien —o muy bien—, pero de los que vuestra ludoteca podría prescindir sin problemas. Segundo, que la lista contiene juegos que fueron publicados en 2015 pero que, por diversas razones, no pude jugar entonces y sí he disfrutado durante este año. Y tercero, que, como pasara ayer con las películas, el orden de este Top10 es una cuenta atrás hacia el que considero mejor juego de estos 365 días que mañana tocarán a su fin. Y ahora sí, sin más, nuestra última entrada del año:
10. Dice City
Esta suerte de versión con dados de nuestro querido ‘Ciudad Machi Koro’, mejora, si eso es posible, la gran rejugabilidad del título de Masao Suganuma añadiendo mecánicas asociadas a los dados que hacen aún más imprevisibles los turnos y partidas de lo que ya lo eran en el citado juego publicado por Homoludicus en castellano. Editado por Artipia Games, y sin versión todavía en nuestro idioma, lo repetitivo de sus cartas hace que una simple hoja de ayuda sea suficiente para poder salir del paso sin problemas y disfrutar de este entretenidísima forma de construir ciudades que, cuidado, pueden ser atacadas por nuestros vecinos, un detalle éste que hace aún más emocionante cada partida.
9. Krosmaster Quest
Aunque llegado el momento me volví «majareta», me compre incontables minis e incluso llegué a adquirir uno de los maletines que Ankama lanzaba para almacenarlas, tengo que confesar que todo ello fue convenientemente vendido por cuanto sucesivas partidas al ‘Krosmaster Arena’ me convencían de lo poco rejugable de la propuesta de la editorial francesa. Con todo, y aún habiendo decidido no caer en ninguna artimaña más del universo Doofus, que éste ofreciera un Dungeon Crawler en una caja tremendamente asequible con cartón para parar un tren en una experiencia colaborativa fue demasiada tentación para este humilde coleccionista. Adquirido y almacenado durante meses, no fue hasta el verano pasado que destroquelé todos los paneles, organicé el juego y lo saqué a mesa para comprobar que, si bien sus mecánicas básicas están directamente extraídas del ‘Arena’, la componente de colaboración y el tener un objetivo final por escenario añade lo suficiente para alejar al ‘Quest’ de su antecesor y colocarlo como un juego espléndido que, encima, es «bonito» a rabiar.
8. Via Nebula
Sois exploradores de una tierra misteriosa envuelta en brumas y vuestra misión es ir despejándola al tiempo que os hacéis con los recursos que ellas esconden y tratáis de levantar construcciones en las ciudades para que, al final, los territorios que controláis sean los que mejor puntuación obtengan. Ideado por Martin Wallace, ‘Via Nebula’ es un juego de exploración que, combinado con colocación de trabajadores y algo de gestión de recursos encuentra su elemento diferenciador en que tus acciones, al ir quitando niebla del tablero, pueden favorecer a tus competidores. Ligero, ameno, muy divertido, con un diseño llamativo y un inserto de esos en los que todo queda colocado en su sitio, es uno de esos juegos que, con partidas alrededor de una hora, son perfectos para introducir a los neófitos en el arte de la «ludopatía».
7. Vast. The Crystal Caverns
Hete aquí el primero de los títulos que hoy os traemos que servidor respaldó en KS. Juego asimétrico de exploración de mazmorras, la originalidad de ‘Vast. The Crystal Caverns’ reside, entre otras muchas cosas, en que cada jugador lleva uno de los cinco posibles personajes —un número que se ha ampliado hasta siete en un proyecto de KS que acababa el pasado día 19 y que añadía miniaturas al tablero— siendo uno de ellos la propia cueva que el ladrón, el caballero, el ladrón, los goblins y un feroz dragón quieren para sí. Tan sorprendente recurso —y lo que de él se deriva al intentar derribar zonas de tí mismo para aprisionar a los demás— deriva en un juego endiabladamente divertido con un diseño genial que, por supuesto, se verá potenciado cuando el próximo verano recibamos las minis pertinentes.
6. Robinson Crusoe. Aventuras en la Isla Maldita
Desde que probáramos ‘Imperial Settlers’, Ignacy Trzewiczek se han convertido en uno de nuestros autores favoritos. Buena prueba de ello es la balda exclusiva del diseñador polaco que en mi ludoteca alberga a la citada reimplementación del ’51st State’, a la nueva edición de éste que Portal Games publicaba a finales de verano, a ese espléndido juego de dados y piratas que es el ‘Rattle, Battle, Grab the Loot’ y a la esperada edición en castellano de su ‘Robinson Crusoe’, un juego cooperativo intenso, complejo y rico en matices que puede resultar algo frustrante al principio por la dificultad de hacerse con todas y cada una de sus infinitas reglas —máxime si, para colmo, Edge mete la pata en la primera edición de las mismas— y porque, en la curva de aprendizaje, no es de extrañar que los primeros escenarios nos vapuleen, pero que, trascendido ese trance inicial, se convierte en una experiencia jugona intensa como pocas.
5. Loop Inc.
Otro de esos nombres que, en virtud de sus Tiny Epic seguimos con sumo interés en nuestro grupo es el de Scott Almes. Y si bien este lugar podría haber estado ocupado por la suma originalidad con la que el diseñador ha mezclado mecánicas del póker con colocación de trabajadores y duelos en el ‘Tiny Epic Western’ aparecido a mediados de año a través de, ¿lo adivináis?, Kickstarter —y editado por Devir en noviembre—, es otro proyecto de mecenazgo colectivo ideado por el estadounidense el que hemos preferido incluir porque, qué demonios, ¡es un juego sobre viajes en el tiempo! ¿Puede haber algo más «molón» que un juego de viajes en el tiempo? Sí, uno en el que a lo largo de tres rondas viajes por diversas épocas solo para, al comienzo de la siguiente, tengas que volver al punto de partida y utilices las mismas cartas que la anterior porque, claro, ¡te has encontrado contigo mismo!. La idea es genial. La puesta en valor que hace el título publicado por Eagle Gryphon, aún mejor. Y la experiencia, superlativa.
4. 7 Wonders Duel
Consagrado como uno de los grandes con ‘7 Wonders’, un juego que se hace más grande cuanto más lo disfrutas y cuántas más expansiones le añades —la de Babel es sencillamente asombrosa—, parecía una maniobra comercial a la desesperada la que llevaba a Antoine Bauza a, primero, unirse con ese otro grande que es Bruno Cathala para, después, lanzar al mercado una versión para dos jugadores del título que le valió, entre otros, el Kennerspiel des Jahres en 2011. Con escepticismo y aún más curiosidad, que ‘7 Wonders Duel’ haya terminado alzándose como uno de los mejores juegos del año habla por sí solo de la capacidad de Bauza y Cathala para, simplificando muchas de las reglas del juego madre, aportar otras que conforman una experiencia completamente diferente. Si a eso le añadimos lo bien que funciona la expansión del ‘Pantheon’, la regujabilidad del conjunto y lo precioso del mismo una vez montado…¿qué más hace falta decir?
3. Mechs vs. Minions
Es, fuera de toda duda, y hablando sólo en términos de diseño, EL JUEGO DEL 2016. Lanzado por Riot Games y promovido por su C.E.O —un jugón de mucho cuidado con una colección personal que, según los rumores, supera los 5.000 títulos— como una experiencia paralela al ‘League of Legends’, necesitaría mucho espacio para transmitir de forma precisa lo que supone abrir la caja de ‘Mechs vs. Minions’ por primera vez y dejarse fascinar por el intrincado y preciso diseño de sus bandejas y las muchas miniaturas que trae; y aún más el que necesitaría para dar una idea sólida de la simpleza de sus reglas —que se van aprendiendo conforme se juega—, del subidón de adrenalina que suponen en cada turno los drafts contrarreloj, de las carcajadas que arranca el que las acciones programadas no funcionen como uno esperaba o, por supuesto, de la satisfacción que es aplastar a los pequeños minions con nuestros preciosos mechas prepintados. JUEGAZO que, por un precio que hace que uno se plantee muchas preguntas acerca de lo encarecido de algunos títulos con un nivel de producción infinitamente menor, seguirá viendo mucha mesa en el arranque de 2017.
2. Scythe
Y volvemos sobre otro de esos autores que se ha convertido en indispensable en el tiempo que ha transcurrido entre el lanzamiento de ‘Euphoria’, su primer proyecto, y el ‘Scythe’ que ocupa una merecedisíma segunda plaza en nuestra clasificación: publicando entre ellos el espléndido ‘Viticulture’ y el sorprendente ‘Between Two Cities’ —un juego éste que tengo que volver a sacar a mesa durante el próximo año—, Jamey Stegmaier recurría a Kickstarter a finales de 2015 para poner en marcha un proyecto sobre el que tan sólo las ilustraciones previas de Jakub Rozalski ya habían provocado la máxima atención. Éxito arrollador en una campaña que rozó los dos millones de dólares, ‘Scythe’ llegaba a nuestros hogares el pasado mes de octubre y se convertía de forma inmediata en el mejor juego del segundo semestre del año y el que, con diferencia, más he querido volver a jugar desde que forma parte de mi ludoteca.
Inspirándose para su funcionamiento en algunas de las mecánicas que ya se ensayaron con enorme fortuna en el citado ‘Euphoria’, ‘Scythe’ nos sitúa en la vasta superficie de una Europa del este ficticia de los años 20 del siglo pasado en el que diversas facciones se disputan un territorio en el que los granjeros labran sus tierras mientras gigantescos mechas patrullan para impedir invasiones de los poderes vecinos. De logradísima ambientación —algo que no debería extrañar a los que hayan probado el ‘Euphoria’ o el ‘Viticulture’— la asimetría de partida del juego, la combinación de colocación de trabajadores con gestión de recursos, exploración de tablero y confrontaciones hace de ‘Scythe’ un juego sin par. Bien es cierto que tiene algún defecto fácilmente mejorable —los enfrentamientos entre facciones podrían haberse resuelto de forma más efectiva, la verdad— pero es un grano de arena en una montaña inmensa coronada por una presentación y un nivel de producción espectaculares que en la edición de lujo disponible por KS se dejaba acompañar por el valor añadido de unas alucinantes monedas metálicas.
1. Pandemic Legacy
Lo sé. Es de 2015. Pero no digáis que no os había advertido, ¿eh?
La versión Legacy de ‘Pandemic’, el título de Matt Leacock que más influencia ha tenido sobre los juegos cooperativos desde que viera la luz en 2008 y que, al margen de sus múltiples expansiones, cuenta ya con una versión en la que en lugar de los humanos somos los virus que queremos acabar con ellos, y con dos recientes reimaginaciones situadas en el universo de Lovecraft y en la península ibérica de la gripe española, encontraba en esta espectacular experiencia su forma definitiva.
Nada más abrir el juego, y como pasa en todos los títulos bajo el sobrenombre de ‘Legacy’, cajas cerradas y un manual de instrucciones incompleto nos tienden la mano para zambullirnos en una experiencia jugona como no ha habido otra en los últimos tiempos. Planteado a lo largo de un año de tiempo ficticio, claro, y, mínimo, doce partidas —un número que, probablemente mayor si se pierde alguna de ellas, hace que el gasto de 50€ que requiere el juego sea la mejor inversión lúdica que jamás haréis— ir modificando el tablero con pegatinas, hacer evolucionar a los diversos y conocidos personajes básicos del original al tiempo que se añaden otros nuevos, jugar contra una narrativa que guarda sorpresas a cada nueva partida e ir añadiendo reglas para adaptarse a los nuevos contenidos son sólo algunas de las cualidades de un juego que es mucho más que un juego y que, con las expectativas por las nubes ante su inminente «segunda temporada», es probable que vuelva a dar mucho que hablar dentro de un año. ¿Apuestas?
Y hasta aquí hemos llegado. Despedimos un 2016 que, horrendo en muchos aspectos y olvidable en aún más, ha sido muy fructífero en lo que a nuestras aficiones concierne. Desde Fancueva os deseamos la mejor entrada de año posible y que los Reyes Magos colmen vuestras peticiones y servidor os avisa que, tras el «tute» de esta semana, la próxima se tomará unas, creo, merecidas vacaciones para arrancar de nuevo con la actividad el lunes día 9. Hasta entonces, que disfrutéis de lo que queda de estas fiestas. Nuff’ said!!!
Le regalamos el Pandemic Legacy a un amigo hace poco y uff, que pasada. El Pandemic normal me gustaba pero me parecía que le faltaba algo, y el Legacy añade ese factor de cuidar cada paso que das para acabar lo mejor posible. Eso sí, sufrimos infinitamente más con la misión de Enero que con las dos siguientes pero las ganas de descubrir que sorpresa o giro va a añadir el juego hacen que enganche como ninguno.
Por cierto, vosotros que seguro que tenéis muchos más juegos en vuestra colección, ¿cómo lo hacéis para poder dedicarle un tiempo razonable a todos ellos? Nosotros apenas tenemos unos pocos y acabamos jugando a los que más nos gustan y a otros los tenemos casi abandonados por completo, lo cual es una faena porque algunos no son precisamente baratos.
Pregunta de complicada respuesta, Kleiser. Mi colección ronda los 200 juegos y aún dedicando un par de noches a la semana, son ya casi 50 los que se acumulan en la lista de pendientes (no te quiero ni contar pues que pasa con la colección de Miguel Michán, que supera ya, si no recuerdo mal, los 700 títulos). En mi caso, tengo un listado en las notas del iPhone y suelo ser bastante sistemático, esto es, que cada semana intento sacar el primero que aparece en la lista (el que hace más tiempo que adquirí) y jugar un par de partidas. Aún así, si te dejas llevar por la vertiente compulsiva de esta afición y compras más de lo que tu ritmo de juego puede asumir, terminarás teniendo las estanterías repletas de cajas por ser probadas. Problemas del primer mundo que les llaman.