La extrema modestia es la virtud que mejor ha caracterizado siempre a mi amigo/hermano Ricardo Borrero. Por eso cuando nos anunció que estaba a punto de publicar su primera novela, la estupefacción inicial derivada del más absoluto desconocimiento acerca de un manuscrito en el que este sevillano de 36 años había invertido algo más de un lustro, se tornó pronto en una natural comprensión, pues sólo conociendo su humildad, se entiende el mutismo con el que había rodeado los momentos previos a la edición de ‘La máquina de escribir‘.
Fundador y compañero durante muchos años de esa inolvidable singladura que fue la ya extinta ‘Cine & Bso‘, era muy evidente que la pasión de Ricardo por el cine iba a impregnar todas y cada una de las páginas de este relato de corte fantástico que se inicia hace eones en las costas de la Atlántida y acaba en la época actual con un vulgar (e inesperado) robo y que, en el ínterin, nos narra las aventuras de Dick Sword (nombre más cinematográfico imposible), un escritor de guías de viaje que, tras descubrir una vieja máquina de escribir en el destartalado trastero de casa de sus padres, se verá envuelto en un descubrimiento tan fascinante como terrible.
El haberla escrito durante tan prolongado período de tiempo hace que ‘La máquina de escribir’ acuse grandes diferencias entre su tramo inicial y lo que podemos leer en el tercio final, concretándose las mismas en la superabundancia de adverbios y en la, en ocasiones, molesta y reiterada utilización en un párrafo del mismo sustantivo. Errores atribuibles a la bisoñez inicial del autor y que, como digo, terminan corrigiéndose en el natural evolucionar de la escritura no sirviendo, por otra parte, para empañar la suma efectividad del relato enhebrado por Ricardo.
Un relato en el que Borrero se impregna de las maneras descriptivas de Stephen King, atreviéndose al mismo tiempo a reformular hasta en dos ocasiones su propio estilo para adaptarlo al de sendos manuscritos de dos de sus personajes. Haciendo suyo ese aforismo tan conocido del séptimo arte que dice que una película debía comenzar con un terremoto y luego ir subiendo en intensidad hasta alcanzar el clímax, el intrigante prólogo y la ruptura con el mismo que suponen los primeros capítulos consiguen algo a lo que toda buena historia debe aspirar: enganchar al lector de tal manera que éste se vea impelido a terminar el libro en el menor tiempo posible.
Y ese es, sin duda, el mejor halago que se le puede hacer a ‘La máquina de escribir’, el que, a través de sus tridimensionales personajes, sus pequeños guiños al séptimo arte, lo «Indianajonesco» de su protagonista y del ambiente que envuelve a la narración y lo variado (aunque por momentos anticipable) de la acción, Ricardo Borrero haya conseguido que esta su primera novela deje con ganas de que sus ansias narrativas no se queden aquí. Espero que no pero, conociéndolo, supongo que será algo de lo que no me enteraré hasta que la publicación de su segundo libro sea inminente.
La máquina de escribir
- Autores: Ricardo Borrero
- Editorial: Chiado
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 610
- Precio: 21 euros