‘Zenith Fase Cuatro’, Morrison sabe como poner el broche

Hoy toca despedida. Este ‘Zenith Fase Cuatro’ supone el último capítulo de la serie donde Grant Morrison empezaba a despuntar con sus idas y venidas interdimensionales. Una tarjeta de visita inmejorable (publicada originalmente en la revista británica 2000 AD) para que los dirigentes de DC Comics le abrieran las puertas de la editorial para que facturara algunas de las historias más recordadas del comic moderno y, de paso, facilitara el desembarco de autores ingleses en una época dorada. Agárrense los machos porque tras el final del anterior volumen toca desenlace por todo lo alto marca de la casa.

Una pléyade de héroes por acá, unos dioses con muy malas intenciones por acullá y una posible destrucción en masa de mundos alternativos. Esta es la premisa de partida para la recta final de la historia. ¿Es lo suficientemente interesante? ¿No? Pues pueden estar tranquilos puesto que la cosa no termina ahí. Muchos de los personajes que se encuentran pululando por la zona de conflicto parecen haberse creído su condición superpoderosa, por encima del bien y del mal. El discurso ya no es tán amistoso como antes, hecho que empieza a escamar a los dirigentes de los países ya que la humanidad parece estar en peligro.

Las espadas están en todo lo alto, hagan sus apuestas para ver quién será la facción ganadora de lo que promete ser el combate del siglo. Para terminar de animar un poco la contienda, hacen acto de presencia los Lloigor, la temible raza alienígena que parece sacada de algún relato escrito por H.P. Lovecraft. El final urdido por Morrison resulta bastante llamativo ya que, cuando parecía que la historia no iba a ser rematada, nos saca toda clase de referencias (por insignificantes que puedan parecer) pasadas y consigue cerrar todas las tramas abiertas desde la primera entrega. Lo dicho, la coronación del escocés.

El guionista de Animal Man nos vuelve a poner en evidencia y dejarnos con cara de lelo al ir resolviendo conflictos usando elementos que estaban ahí, delante de nosotros, pero no hemos sido capaz de unirlos para desentrañar el misterio de turno. También podemos observar la evolución que Steve Yeowell ha sufrido desde el primer volumen, su estilo se va “endureciendo” con el paso de las páginas y, en este cuarto tomo a todo color, brilla más que en el resto. Hay que agradecer a ECC Ediciones el que se haya atrevido a publicar una obra como esta, a priori alejada de lo que es un comic de superhéroes “comercial” pero que, una vez que la catamos, podemos estar bien contentos de habernos introducido en este universo tan particular.
[Grade — 9.00]