‘XTC69’, feminismo desde el espacio exterior

Un grupo de tres astronautas, todas mujeres, llegan a un planeta Tierra desolado tiempo ha por las guerras —o sabe Dios qué evento de extinción masiva— con la vana esperanza de encontrar algún hombre con el que poder aparearse. En su lugar, encerrada en una cápsula de criogenización, encuentran a la propia autora, una Jessica Campbell que, sin saberlo, dio origen pasado a la misma civilización que ahora la ha liberado sin pretenderlo de su largo y congelado letargo. A partir de ahí, las aventuras del cuarteto de féminas no habrá hecho más que empezar, embarcándonos la autora en una muy peculiar space opera ante la que, sinceramente, es imposible permanecer impasible.

Tras tan daliniano arranque, los derroteros por los que va discurriendo el volumen que nos trae Astiberri no cejan en su empeño de conseguir que, como mínimo, arqueemos una ceja —o las dos— ante el despliegue de imaginación que gasta Campbell, llevándonos la autora de uno a otro confín de la galaxia para reflexionar, desde una posición eminentemente feminista, sobre el papel de la mujer en la construcción de la sociedad y hasta qué punto se podría, con las técnicas científicas adecuadas, prescindir de la presencia de los hombres.

Mediante una narrativa tremendamente sencilla de seis viñetas por páginas —en una estructura 2×3— y un estilo de dibujo aún más simple y directo carente de color, Campbell libera a su relato de todo artificio gráfico para que la intención de su mensaje llegue sin diluir al lector. Así, con lo que éste se da de bruces conforme avanza, no es tanto una apología del feminismo —a ver, se podría interpretar como tal, pero me inclino a pensar que no es esa la intención última de la autora— sino una lúcida digresión sobre la necesidad de que XX y XY lleguemos a ese ansiado equilibrio en el que cada uno tengamos idénticos derechos y deberes sin la necesidad de que ninguno tenga que estar constantemente reclamándolos para sí y su grupo. Mientras eso llega —cuando todavía me queda por vivir más o menos media vida, ya he perdido la esperanza de asistir a tan postergado evento social— bien vale la pena acercarse a un cómic que, al mismo tiempo que entretiene, educa. ¿Se puede pedir más?