‘Wonder Woman / Conan’, ¿en serio? Pues sí, y funciona de maravilla

A pesar de los años que uno lleva en esto de los tebeos, no deja de sorprenderse cuando ve algunos de los planteamientos que las distintas editoriales ofrecen al respetable con la sana intención de hacer caja. Para ello, una de las fórmulas más usadas es la de cruzar los personajes de distintos universos, una suerte de Team-Up que siempre suele atraer a los más curiosos. Hace poco, desde DC Comics, pudimos deleitarnos (y la cosa sigue todavía con nuevas entregas) con la visita de muchas de las figuras de Hanna-Barbera a Batman y compañía. Se pueden imaginar los resultados al colocar a autores de primer nivel realizando relatos en los que Bugs Bunny, Space Ghost, Magilla el Gorila, el Oso Yogi o Elmer el Cazador visitan Gotham City, Metropolis o Central City. Simplemente delicioso. Y la cosa no termina aquí, viendo la buena aceptación que han tenido, se tira a la piscina con otro crossover algo más “bárbaro”, este ‘Wonder Woman / Conan’ que une el camino de dos titanes del Noveno Arte.

Un combo que, a priori, atraerá y repelerá a partes iguales, tanto a los aficionados al comic de superhéroes como a los de la fantasía con espadas y brujería de por medio. La premisa de partida es de las que podríamos definir como Conan al cien por cien: el cimmerio, en su camino por Aquilonia, encuentra a una Wonder Woman esclavizada para que sirva de entretenimiento en un circo de gladiadores y que aparentemente ha olvidado todo, quién es y de dónde viene. Es en este momento en el que Conan parece reconocer a un amor del pasado, una amiga de la infancia de la que no sabe nada desde hace tiempo. ¿Qué haría cualquiera en su lugar? Pues ir a por todas e intentar rescatar a su cariñín de las manos de sus captores y, claro, el relato empieza a ganar en intensidad y espadazos.

El guión de Gail Simone, una de las escritoras más interesantes de los últimos años, tiene todos los elementos para que se cree el suficiente interés y no surja falta de credibilidad al juntar a dos personajes tan distintos, hace todo lo posible para que exista la química suficiente como para que la lectura no se resienta ni un ápice. También hace un uso bastante acertado de flashbacks que aportan más datos del pasado de Conan y su amiga Yanna, una forma de explicar lo que está pasando por su cabeza y que, además, suponen un cambio de tercio respecto a las continuas escenas de acción que transcurren en el presente. Los lápices corren a cargo de un hombre de la casa como es Aaron Lopestri, un dibujante que siempre ha huido de las estridencias y se ha mostrado como un “currante” de las viñetas, cumplidor y de estilo correcto, aquí demuestra estar en muy buena forma, sabiendo alternar páginas de “tranquilidad” con otras de gran espectacularidad. Un relato que no decepciona a nadie, donde acción y violencia se mezclan con mitología y emotividad proporcionando buenas dosis de entretenimiento. ¿Quién lo iba a decir?
[Grade — 8.00]