'Versiones', brío gráfico

Ya hemos comentado, a cada ocasión en que hemos tenido la fortuna de acercarnos a un trabajo suyo, que si hay algo que caracterizó a cualquiera de las planchas firmadas por Alberto Breccia eso fue su virtuosismo y la capacidad para experimentar con técnicas hasta límites insospechados. De hecho, es de tal calibre este denominador común que, por más que encajen sin fisuras en ser perfectamente reconocibles como «un tebeo de Breccia», hay momentos en cualquiera de los títulos que os hemos traído por aquí en que cabría afirmar el imposible oxímoron de estar ante una página del argentino sin estarlo; tal es la inmensa variedad que podemos encontrar en su producción y de tanta envergadura lo que el artista llegó a modificar sus parámetros gráficos más reconocibles. Por su personalidad de antología dispar, enlazada por contener adaptaciones de relatos de escritores sudamericanos, esta ‘Versiones’ que os traemos hoy es, probablemente, uno de los mejores escaparates de esa cualidad tan inherente a Breccia: de acuerdo, el dibujante no raya aquí a la altura de sus mejores y más memorables creaciones, pero eso es decir casi nada cuando de quien estamos hablando es de un genio de la altura del artífice de ‘Mort Cinder‘.

Reunidos bajo las cubiertas de estas 64 páginas, nombres como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges o Alejo Carpentier encuentran en el trabajo a seis manos de Juan Sasturain, Carlos Trillo y Breccia —los dos primeros adaptando el guión, el tercero, obviamente, dibujándolos— maravillosa y potente traslación de las ideas planteadas en las líneas originales de sus relatos y, sin querer desvelar nada de la personalidad particular de ninguno de ellos —algo que, creo firmemente, requiere ser descubierto por el lector—, huelga decir que las cualidades surrealistas, cargadas de expresividad y modeladas cada una de diferentes formas en las que Breccia se aproxima a los relatos consiguen arrancarnos expresiones de asombro y garantizan, plancha a plancha, que el interés por lo que contiene la página nunca decaiga ni un ápice. Podremos afirmar que lo que nos cuenta nos pueda atraer más o menos pero el cómo se nos cuenta está a tal nivel que, llegado el momento, poco importan ulteriores disquisiciones.