'Una muerte asfixiante y solitaria 3', mortal y rojo

Dos volúmenes nos separan todavía de su ritmo actual en el país del sol naciente pero ‘Una muerte asfixiante y solitaria‘, a falta de que los restantes se publiquen en nuestro país, sigue demostrando ser una auténtica maestra en eso del cliffhanger. Tras presentar un inquietante caso en su primer tomo y parecer haberlo resuelto en el segundo para, de golpe y porrazo, justo antes de su desenlace, dar un golpe de efecto que demuestra que nada está escrito, este título abre con, en apenas cuatro páginas, una de las escenas más perturbadoras que podemos encontrar en una obra ya inquietante per se.

Aunque no sólo de sangre vive esta obra. Sí, es cierto que, sin dar muchos datos, el tercer tomo abre y cierra con verdaderos baños de hemoglobina que nos pillan con la guardia baja (en especial el segundo). Pero la explicación de el porqué de un título que inicialmente parecía simplemente descriptivo añadirán trasfondo a una trama que en esta ocasión profundiza un poco más en el pasado de un villano al que, aún resultando imposible por su situación, le queda mucho por decir. Por no mencionar que a medida avanzamos la relación entre los dos protagonistas, el detective y la hija independiente, van afianzándose a su particular manera entre la tensión sexual y el puro vacío.

‘Una muerte asfixiante y solitaria’ presenta una trama que avanza a un ritmo endiablado, dosificando gore e incruentas sorpresas, cuyas páginas se leen en un suspiro, y que va consiguiendo que el lector se acostumbre a no presuponer nada, sabiendo cómo jugar sus cartas. Sin ser un manjar para todos los públicos los que estén dispuestos a sentarse a la mesa verán colmado su apetito con creces. Una entrega que se caracteriza por un radical cambio de escenario, tan bucólico como tenebroso, que nos hace pensar en mangas tan recomendables como ‘Gannibal‘ pero que no hace que la obra pierda su espíritu. Estamos sin duda ante una auténtica pesadilla…pero no nos gustaría despertar antes de conocer su desenlace.