‘UCC Dolores vol.2’, expandiendo el universo

Jugando a establecer términos polarizados y a dejarnos los grises en el camino, en la apreciación de la primera entrega de una colección podríamos definir dos extremos bien contrapuestos: de una parte estarían esas lecturas plúmbeas y poco agraciadas que, en unas pocas páginas dejan claro su talante de tumba temprana de lo que sea que el proyecto vaya a ofrecer en el futuro; de la otra, tendríamos aquellas obras que empiezan con todo un despliegue de fuegos de artificio llamados a deslumbrar al potencial lector. Estas últimas son, sin duda alguna, las más peligrosas, sobre todo para la economía de un tebeo-adicto que nunca sabrá si, varios álbumes más tarde —centremos nuestro discurso en los álbumes ya que estamos tratando de tebeo europeo—, y con su cartera algo más flaca, se topará de frente con la mayúscula decepción con la que, en alguna que otra ocasión, hemos tenido que lidiar por estas líneas.

Pero, tranquilos, que ese no está siendo el caso, al menos no por ahora tras las dos entregas que nos ha traído Yermo —con una tercera ya aparecida al otro lado de los Pirineos que estamos seguros que no tardará en arribar por estas costas—, de la ‘UCC Dolores‘ con la que Didier Tarquin vuela libre sin la sombra de Christopher Arleston y que, tras un primer álbum del que hablamos allá por septiembre y del que dijimos que dejaba con ganas de mucho más, sigue apostando por el ritmo endiablado, la acción non-stop y el revelar la información de manera muy dosificada como los grandes fuertes de un guión que queda ensombrecido, aunque no tanto como parece apuntar el término, por el fantástico trabajo del artista a los lápices —nada vamos a poder afirmar sobre el mismo que no hayamos dicho ya por activa y pasiva cada vez que hemos departido por estas líneas de alguna de las entregas de la saga de Lanfeust— y su hija en el color.

Con muchas sorpresas que van trufando una lectura la mar de animada, esta segunda entrega de las aventuras espaciales imaginadas por Tarquin evidencian aún más si cabe lo que ya apuntábamos en el titular de la primera reseña de la serie: que tras tantos años trabajando codo con codo con Arleston en el universo de Lanfeust, al artista se le han pegado todas las buenas costumbres que gasta uno de los artífices de ‘Ekhö’ en términos de saber cómo equilibrar el guión entre humor, acción, fantasía desenfrenada y buenos golpes de efecto. Huelga decir que el resultado del cóctel es una gozada y que, de nuevo, ‘UCC Dolores’ nos deja con el hambre a medio saciar. Que siga así por mucho tiempo.