De un tiempo a esta parte, si hay un guionista en el seno de la Casa de las Ideas sobre el que no paran de verterse elogios a diestro y siniestro ese es, sin duda alguna, Mark Waid. La magistral labor que el veterano escritor lleva realizando desde que tomara las riendas de ‘Daredevil’ para, en muy poco tiempo, convertirla en una de las tres mejores series que Marvel está publicando hoy por hoy, le ha granjeado no sólo la adoración de los fans del héroe de Hell’s Kitchen sino la rendición incondicional de la crítica especializada, que mes a mes ha visto como era posible recoger tan altos testigos como los dejados en el pasado por Frank Miller, Brian Michael Bendis o Ed Brubaker. En esta renovada posición en la que el autor de ‘Kingdom Come’ o la celebrada etapa de ‘Los 4 Fantásticos’ junto a Mike Wieringo se encuentra debería servirle, ahora que parece que su estancia en la cabecera del «cuernecitos» toca a su fin, para poder tocar con su varita a otros personajes de una editorial sobre la que parece cernirse, cual espada de Damocles, la sombra del temido reboot.
Pero mientras eso ocurre (quedan cinco meses para ese ominoso «Everything ends») Panini nos permitía el pasado mes de octubre la oportunidad de asomarnos a una novela gráfica que, si para algo sirve (entre otras cosas), es para poner de relieve el increíble talento narrativo de Waid, su íntima comprensión de lo que mueve la maquinaria del cómic de superhéroes y su espléndido conocimiento de aquello que determina, en última instancia, que un tebeo sea ENTRETENIDO de principio a fin. Al margen quedan, como siempre que se habla de una Novela Gráfica, las disquisiciones acerca del encaje de lo que aquí se desarrolla en la dichosa continuidad y, por supuesto, la posible incidencia que la última página de la historia que Waid pone en pie junto a James Robinson (otro guionista que actualmente está dándolo todo en ‘Los 4 fantásticos’) pueda tener en el futuro del trepamuros.
Pero más allá de dichas consideraciones, algo estériles si termina siendo cierto que el futuro de la editorial pase por un reinicio, lo que prima en ‘Spiderman. Negocios familiares’ es el sentido del ESPÉCTACULO. Tanto es así, que no erraríamos mucho el tiro si equiparáramos lo que Waid, Robinson, Dell’Edera y Dell’Oto ponen en juego con un blockbuster cinematográfico de primer orden. Una de esas producciones con acción non-stop, multitud de localizaciones, un par de villanos de entidad y un misterio que va desvelándose poco a poco y que se enraíza en el pasado del protagonista. Vamos, que lo que el lector que se acerque a estas geniales páginas se va a encontrar es algo así como un «Bond meets Bourne meets Peter Parker».
En esta tesitura, lo planteado por los guionistas no da descanso al lector, postulándose como un vehículo en constante movimiento en el que el poco espacio que hay para momentos expositivos queda sumamente ajustado y subyugado a la acción que recoge la espectacular narrativa de Werther Dell’Edera (atención especial merecen sus angulaciones y puntos de vista) y la aún más espectacular labor de Gabriele Dell’Oto a los pinceles, que dota al trabajo de su compañero de cualidades que acercan el conjunto a connotaciones sobresalientes dentro, por supuesto, del género superheróico. Una aclaración esta última más que necesaria por cuanto ‘Spiderman. Negocios familiares’ es un cómic más que notable, sí, pero dentro de los cada vez más constreñidos patrones del tebeo yanqui. Que eso sea o no un problema será algo que cada uno tendrá que ponderar. Para mi no lo es, al menos no en éste caso. ¿Y para ti?
Spiderman. Valores familiares
- Autores: Mark Waid, James Robinson, Werther Dell’Edera y Gabrielle Dell’Oto
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 112 páginas
- Precio: 14 euros