Primera argumentación. Positiva
Mark Millar es un genio. Supongo que a los usuales de la página no os pillará por sorpresa esta categórica afirmación cuando, a cada novedad que Panini le ha ido editando al guionista escocés de su maravilloso Millarworld, me he limitado una y otra vez a deshacerme en elogios acerca de la maravillosa forma en la que Millar construye sus ideas, desarrolla a sus personajes, conjuga diálogos brillantes y acción soberbia y en muchas de esas ocasiones sin apartarse en exceso del género de superhéroes, no ya como se concibe bajo la óptica de DC o Marvel, sino con una amplitud de miras tal que es casi imposible no caer rendido ante un despliegue que, para colmo, casi siempre —y ese casi es debido a una sola ocasión— viene acompañado de un dibujante que se deja la piel para que el nivel no decaiga.
Pero, claro está, hay un Mark Millar antes del Millarworld —frotándonos estamos las manos ante lo que Netflix vaya a hacer con el potencial que encierran las series que ha comprado—, uno que anduvo a caballo entre las dos majors y que, en una y otra, fue desarrollando su estilo dando una de cal y una de arena. Para que nos entendamos, siendo responsable de las dos «temporadas» de la incomensurable ‘Ultimates’, la fantástica ‘Civil War’ o la sorprendente ‘Old Man Logan’ pero también de ‘Ultimate X-Men’, ‘Ultimate Fantastic Four’ o ese intento fallido de recuperar la épica de su versión de los Vengadores aplicada a la primera familia Marvel que fue su etapa en ‘Fantastic Four’.
Segunda argumentación. Ambigua
Llevo más de quince años leyendo de forma ininterrumpida Spiderman. Comencé cuando la etapa de Howard Mackie tocaba a su fin y el veterano guionista daba el relevo a un J. Michael Straczynski que, cargado de ideas, llevaría al trepamuros a cotas que hasta entonces nunca se habían visto. En paralelo, y nada más arrancó, caí prendado de lo que Brian Michael Bendis comenzó a desarrollar en ‘Ultimate Spider-Man’ una serie que, antes de continuar, creo necesario apuntar como la mejor que han conocido nunca Peter Parker y su alter ego arácnido. Embrujado pues por lo que los dos guionistas iban discurriendo en sus respectivas cabeceras, atendí con mirada torva a aquél instante que, para muchos, supuso el punto y final de facto de lo que el superhéroe creado por Stan Lee y Steve Ditko llevaba ofreciendo desde cuatro décadas atrás. Me refiero, cómo no, a esos polémicos cuatro números que conformaron el ‘Un día más’.
Poco apreciado por servidor en un primer instante por la fortísima ruptura que suponía con el pasado del personaje, la llegada de Dan Slott a las páginas de ‘Amazing Spider-Man’ trajo consigo un soplo de aire fresco para una colección que se atrevía a mirar con descaro al futuro mandando a freír espárragos —aunque fuera de forma parcial— décadas de continuidad. Un soplo que lleva impertérrito casi una década —el injustamente infame ‘Brand New Day’ dio comienzo en 2008— y que ha servido para demostrar que cuanto más locas las ideas del guionista, mejor el resultado, siendo ese cambio de ‘Amazing’ a ‘Superior’ uno de los movimientos más espectaculares que el trepamuros ha vivido a lo largo de sus largos años de existencia.
Tercera proposición. Tirando a negativa
Consecuencia directa de la filia más o menos intensa que mantengo para con lo que Slott ha venido desarrollando, ha sido una suerte de efecto rebote a todo aquello de Spiderman que huele a refrito de pasadas glorias. Porque si algo ha sabido hacer el guionista es renovarse cada cierto tiempo, evitando que la colección caiga en la reutilización de esquemas ya vistos antaño y que, bajo una nueva capa de maquillaje, se nos ofrezcan como novedosos. Y eso es lo que, en mayor o menor medida, le pasa a ‘Spiderman. Entre los muertos’, volumen integral con el que Panini recoge los doce primeros números de la fenecida ‘Marvel Knights Spiderman’, aquella intentona fracasada de La Casa de las Ideas de llevarse al arácnido al sello en el que Punisher campaba a sus anchas.
Pero, claro está, Spidey no es el Castigador ni Peter Parker un personaje tan resultón como lo que Frank Castle llegó a ser en manos de Garth Ennis, y lo que Millar ofrece aquí, como digo, huele, si me permitís la expresión, a rancio. Quizás no todo lo rancio que habría sido en manos de otro escritor con menor talento y habilidad que Millar, pero a rancio a fin de cuentas. Que la trama implique a la Tía May en peligro no ayuda en exceso a que uno se desprenda de la sensación de «ah, sí, otra historia de Spiderman con May en apuros» por más que el escocés tire de galería de villanos y aparezca por aquí lo más granado de las némesis del superhéroe de la tela de araña. Tampoco es del gusto de este redactor el dibujo de un Terry Dodson que ha mejorado ostensiblemente en la década y tres años que han transcurrido desde la publicación original de estos números pero que sobre el que sigue pesando aquí, y de qué manera, la alargada sombra de Adam Hughes.
¿Conclusión? Evidente. Que hay muchas y mejores historias de Spiderman que esta que aquí recoge Panini en un formato espectacular —una cosa no quita a la otra— pero que, si sólo queréis pasar un rato entretenido y poco más, vais a encontrar aquí material perfectamente dispuesto para ello.
Spiderman. Entre los muertos
- Autores: Mark Millar, Terry Dodson y Frank Cho
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 312 páginas
- Precio: 23,75 euros en