Durante casi diez años y a lo largo de 100 números, Brian Azzarello y Eduardo Risso fueron artífices de una de las mejores y más complejas series que hayan visto la luz en el sello Vertigo (con permiso, por supuesto, de ‘Sandman’, ‘Y, el último hombre’ y ‘Predicador’). ‘100 balas’ consagraba a ambos artistas como un tándem capaz de todo, corroborando, de una parte, que Azzarello era, junto a nombres como Brubaker o Rucka, una de las plumas más adecuadas del noveno arte en lo que al género negro se refiere y, de la otra, que Risso podía permanecer como artista fijo en una cabecera el tiempo que fuera necesario sin la ayuda de los molestos fill-ins.
Con tamaña carta de presentación, y las únicas colaboraciones desde la finalización de ’100 balas’ que en suponían la historia de Batman en la estupenda ‘Wednesday comics’ y los tres números del hombre murciélago de ‘Flashpoint‘, los fans estábamos ya ansiosos por que ambos autores anunciaran su próximo proyecto en conjunto, algo que se producía en 2011 con ‘Spaceman‘, el volumen que hoy nos ocupa.
Tan sugerente título sólo auguraba lo mejor para una serie de nueve números que, de nuevo con portadas de Dave Johnson, parecía alejarse por completo de lo que Azzarello y Risso habían desarrollado con anterioridad. Y aunque finalmente no es del todo así, no deja de ser cierto que la apuesta del escritor americano y el dibujante argentino ha sido de lo más arriesgada. No tanto por parte de Risso, que vuelve a dar un recital como sólo él sabe, sino del lado de un Azzarello que se mueve en más de una ocasión por una inestable cuerda floja.
La trama que el guionista urde en ‘Spaceman’ se desarrolla (o al menos eso parece, después lo aclararemos) en dos tiempos y lugares muy diferentes. Los lugares, la Tierra y Marte. Los tiempos, un futuro distópico en el que la sociedad está mucho más segregada que ahora y en el que encontramos una parte del mundo que vive en lo que queda de éste tras la subida de las aguas otra, la privilegiada, que habita en zonas secas y, en segundo lugar, un momento indefinido de ese futuro en el que la humanidad ha llegado a Marte creando para ello una raza modificada genéticamente que pueda soportar las exigencias de tan larga travesía.
Cada una de las dos “líneas temporales” de ‘Spaceman’ va desarrollándose por su cuenta, sin que en ningún momento parezca que una tiene relación con la otra más allá de estar protagonizada por Orson, uno de los seres creados para la exploración del planeta rojo. Lo que está claro es que, sin considerar su situación en el tiempo, los intereses de Azzarello no han variado mucho y, en esencia, la historia que aquí leemos no deja de ser una de acusado corte “noir”.
No me malinterpreten, el escritor de Cleveland es un genio en este terreno, pero tanto la parte del relato en la que el protagonista se ve envuelto en la trama del secuestro de una famosa niña raptada de un popularísimo “reality”, como aquella que transcurre en Marte con los otros “spaceman” hubieran funcionado igual de haberlas acomodado Azzarello en el presente. El problema, no obstante, viene cuando se intenta dilucidar cúal es la conexión entre ambas y qué diantres quiere el autor transmitir.
Y aquí es donde los goznes de ‘Spaceman’ comienzan a chirriar y donde una reflexión acerca de la historia da lugar a (al menos) una doble interpretación. Sin querer entrar a reventar muchos detalles del relato, la página que cierra la trama es de esas que, como poco, hace que arqueemos las cejas para, inmediatamente después, fruncir el ceño o no. Habrá quienes tengan suficiente con la sorpresa que dimana de interpretar que la acción de Marte tiene lugar después de la del secuestro y busquen así el sentido a la frase que Orson articula en la última viñeta.
Pero habrá otros, entre los que me incluyo, que no se queden satisfechos con esa interpretación y busquen una más compleja y, al mismo tiempo, bastante menos satisfactoria de cara a la valoración final del cómic. Y esta no es otra que considerar toda la parte del relato que discurre en el planeta vecino como un producto de la imaginación y anhelos de Orson ante una situación, la de la realidad del secuestro y su encuentro con Tara, la niña, que le desborda en no pocas ocasiones.
Apoyada en el hecho de que se nos diga que la misión a Marte para la que los “spaceman” fueron creados se canceló antes de llevarse a cabo y en otros más sutiles como, por ejemplo, la portada del volumen (con esa nave saliendo, literalmente, de la cabeza – e imaginación- del protagonista), esta forma de ver ‘Spaceman’ hace que la miniserie no pase de ser una curiosidad muy bien dibujada (y si no me he detenido más en el trabajo de Risso es por motivos muy obvios, su labor es excelente) que, eso sí, en su versión española carece del fuerte escollo que en la americana original suponía la jerga inventada por Azzarello para hacer hablar a sus personajes.
- Autores: Brian Azzarello y Eduardo Risso
- Editorial: ECC
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 224
- Precio: 20 euros
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