‘Serie B’: cuando la imaginación se dispersa

Andrés G. Leiva nos propone con este cómic un homenaje al cine de serie B, sirviéndose para ello del rodaje de una película de bajo presupuesto en el que tienen cabida todos los géneros imaginables: el cine de piratas y aventuras, el de extraterrestres y ciencia-ficción, el de misterio y fantasía, y el de las criaturas insólitas que cobran vida en el celuloide gracias al látex y los efectos especiales. Un rodaje poco convencional no solo por sus variopintas temáticas, sino también por su mezcla entre fantasía y realidad, ya que no todos los que aparecen en el filme son actores caracterizados. Tenemos por ejemplo a Gertrud, la giganta que bien podría haber salido de una cinta tan emblemática del cine de serie B como ‘El ataque de la mujer de 50 pies’ (Nathan Juran, 1958), y también tenemos a un hombrecillo verde, cuya historia se nos desvela una vez adentrados en la lectura, que parece escapado de un folletín de ciencia-ficción de los años 50.

El elenco protagonista se completa con una serie de llamativos personajes que aportan el carácter coral de esta obra. Están Evelyn y el doctor Corman —que hereda su apellido de uno de los gurús del cine de bajo presupuesto, Roger Corman—, a los que el autor ha rescatado de un cómic suyo publicado hace unos años (‘Evelyn’, Sins Entido, 2009) y que andan tras la pista del elixir de la eterna juventud. Entre estas páginas conocemos también a un astrónomo-periodista victoriano obsesionado con los selenitas, a una mujer enigmática que anda tras la pista de su hija y a un galán del cine barato que nos recuerda a Errol Flynn por su peculiar manera de tocar el piano.

El resultado es esta trama hilarante que salta de un género al otro con la misma facilidad con la que el lector pasa de página. Pero con esa misma facilidad, la lectura tiende a volverse tan caótica que, no es que cueste seguir el hilo, pero sí engancharse a los acontecimientos. No ayuda demasiado que, pese a estar bien caracterizados, los personajes no presenten excesiva profundidad. La excepción sería la gigantesca Gertrud de la que el autor extrae su faceta más humana y más tierna, pero los demás no pasan del simple arquetipo. Así pues, más allá de los guiños a la serie B y del lucimiento puntual de alguno de los protagonistas, no hay demasiada chicha que extraer de la trama, perdiendo la oportunidad de, a partir del homenaje, crear una historia más absorbente.

En cuanto al apartado gráfico, quienes conozcan los trabajos anteriores de Leiva —como la citada ‘Evelyn’ o ‘Juana de Arco’—, se encontrarán en ‘Serie B’ con un estilo gráfico mucho menos atrevido y experimental, que destaca, eso sí, por la vivacidad de su trazo y por la calidad de su acabado con acuarelas. La elección de este estilo me parece apropiado para el tono de la historia que se cuenta, aunque deja la sensación de que alguien con el virtuosismo de Leiva podría haber ido un poco más allá.

Serie B granjeará más de una sonrisa a los amantes de esa clase de cine artesanal, fantasioso e imaginativo que, con poco presupuesto y actores de segunda, sirvió en sus orígenes para complementar a las grandes producciones en las sesiones dobles que antaño eran habituales en los cines. Sin embargo, da la sensación de no cumplir más que ese rol en la bibliografía de Leiva: el de ser un cómic que, a pesar de hacernos pasar un rato entretenido, queda a la sombra de otras obras suyas de mayor calado.

Para conocer otra opinión sobre ‘Serie B’, no dejéis de leer la reseña que escribió mi compañero Sergio.