'Sangre de barrio', regreso a los comienzos de Jaime Martín

Resulta cuanto menos curioso que, habiéndolo “conocido” a través de sus dos obras más recientes (’Lo que el viento trae‘ y ‘Todo el polvo del camino‘), haya tenido ahora la oportunidad de descubrir la etapa más temprana de Jaime Martín con esta ‘Sangre de barrio‘, el título con el que el autor barcelonés inició su andadura profesional allá por 1989 y que, en su momento, le valió el premio al Autor Revelación en el 8º Salón del Cómic de Barcelona.

Y resulta curioso, sobre todo, por ver cómo, si bien el estilo del artista no ha evolucionado en exceso, algo que habla mejor que ningún otro halago de las muchas y muy precoces capacidades que Martín tenía cuando comenzó a dibujar tebeos con 23 años, sí lo han hecho sus intereses en cuanto a argumento por más que el guión de ‘Todo el polvo del camino sea de Wander Antunes.

Así, lo que podemos encontrar en ‘Sangre de barrio’ nada tiene que ver con la brillante historia sobre la depresión americana que es la citada obra compartida con Antunes y, mucho menos con ese relato de terror ambientado en Rusia que es la magnífica ‘Lo que el viento trae’ (ambas editadas por Norma).

En su primera obra, Martín escribe sobre lo que conoce, y lo que conoce a fondo es la realidad de los ochenta, una década que, para bien o para mal, marcó a toda una generación de jóvenes que, por primera vez en nuestro país desde hacía cuarenta años, vivían en completa libertad. Una libertad mal entendida que arrastró a muchos a la delincuencia y el infierno de las drogas y que, en la crónica fictica de Martín queda plasmada para que las futuras generaciones puedan contemplar aquello que sus padres y abuelos tuvieron (o no) que padecer.

El problema fundamental de la obra es que, mientras que el aspecto gráfico va evolucionando de forma más que satisfactoria a lo largo de los dieciséis años que tardó en completarla, no se puede afirmar otro tanto en lo que al guión respecta, haciendo Martín avanzar la historia sin coherencia en los dos primeros volúmenes (de los tres que aparecen recogidos en este integral de Norma) y, pisando terrenos muy trillados de cara al tercero.

Pero claro, si tenemos en cuenta que todo aquello a lo que nos recuerda la lectura es posterior a la fecha de aparición original de ésta, quizás cabría empezar a preguntarse si no habría que atribuirle mucho más valor al trabajo de un artista que, de nuevo, apenas había traspasado la veintena cuando ‘Sangre de barrio’ vió la luz por primera vez.

FICHA TÉCNICA: Sangre de barrio