A la espera de terminar la novela y el ensayo que se alternan ahora mismo a codazos con el grueso volumen de tebeos que tengo por leer, y poder dar paso a la esperada lectura de la ‘Patria’ de Fernando Aramburu que tanto y de manera tan efusiva me han recomendado dos o tres fuentes diferentes, ha querido el azar que Astiberri haya puesto a nuestro alcance un relato relacionado de manera íntima con el del escritor vasco por cuanto ambos lidian, diría que en términos muy diferentes, con esa realidad de nuestro país que fue durante muchos años la amenaza de E.T.A: mientras que la novela que pronto conocerá adaptación a serie por parte de HBO gira en torno a dos familias separadas por la acción de la banda terrorista y, por lo que tengo entendido, arroja luz sobre lo que creíamos conocer acerca de la misma, ‘Salto’, el tebeo escrito por Judith Vanistendael y dibujado por Mark Bellido, se centra en la figura de los escoltas de políticos en el País Vasco y nos lleva de la mano por la vida de uno de ellos.
No cuesta mucho ver en Miguel, andaluz de nacimiento, Miquel en su adopción castellonense y Mikel por la profesión que desarrollará en tierras vascas, una versión de Mark Bellido, artista sevillano que, en su deambular profesional, dedicaría cuatro años de su vida a servir de escolta a personalidades de la escena política vasca. Partiendo de ese conocimiento, lo que ya resulta imposible saber es cuanto añade Vanistendael a las experiencias reales de este sevillano de 44 años y qué hay de realidad en que el artista estuviera trabajando en Castellón de repartidor de una empresa de golosinas tratando de sacar adelante a su familia —mujer, dos hijos— hasta que, viéndose ahogado en una huida hacia adelante que no llegaba a ninguna parte, decidió mudarse al norte de la península y buscar suerte en un trabajo que le llegó a absorber hasta tal punto que aquello por lo que pretendía luchar, su familia dejó de formar parte de él y lo impulsó, en última instancia, a virar de nuevo su trayectoria laboral hacia la de escritor y dibujante que desarrolla en la actualidad.
Alternando las tres vidas que le dan sus nuevos bautismos con esas dos reinvenciones de sí mismo que son una pequeña muerte por lo que dejamos atrás —y no hablo por hablar, que también por aquí nos hemos tenido que reinventar más veces de las que podría enumerar en breves líneas—, lo que ‘Salto’ recoge con mayor intensidad y en lo que las voluntades de ambos autores hacen mayor hincapié no es tanto servir de fresco detallado y minucioso del panorama que se vivió en el País Vasco durante décadas acotándolo con datos y fechas al tiempo en que allí sirvió Bellido, como asomarnos a la vida de un hombre que cambió de la noche a la mañana para pasar de ser padre, marido y trabajador a niñera de un político del que había que estar pendiente casi las 24h del día.
Bajo esta idea, y sujeta a un ritmo narrativo singularmente vivaracho, ‘Salto’ es de esos relatos que casi no se pueden abandonar una vez se han comenzado, ya sea por lo mucho que llegamos a implicarnos en la vida de su personaje central —y en eso tiene mucho que ver el que, en lugar de arrancar directamente en su faceta de escolta, el tebeo se moleste en invertir casi un tercio de su longitud en presentarnos como hay que hacerlo a sus casi todos sus personajes principales—, ya por lo ecléctico que, desde lo visual, arremete contra nuestra mirada el trabajo de Bellido, ya porque, trascendido cierto punto, la natural empatía que se genera con los protagonistas y el incuestionable interés que suscita el incierto destino de Miguel, nos impele a no abandonarla hasta una conclusión que, con una muerte más, es toda una celebración de la vida.
Salto
- Autores: Judith Vanistendael y Mark Bellido
- Editorial: Astiberri
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 368 páginas
- Precio: 22,80 euros en