'RIP vols. 3 & 4', una profesión de muerte

Conforme ‘RIP‘ ha ido avanzando, del primer al segundo álbum y de éstos dos a la pareja que hoy os traemos, hemos podido ir apercibiéndonos de una cualidad que, inexistente en las primeras páginas de esta fantástica y macabra serie, convierte a la propuesta de Gaët’s en algo más que un mero ejercicio de cinismo y humor negro extremo con personajes asquerosamente carismáticos y un misterio por álbum que siempre se resuelve de manera algo truculenta. No, la intención del guionista va más allá y, como podemos comprobar en estos dos álbumes, se busca una intencionalidad de continuidad que, no del todo evidente, resulta sobresaliente en su capacidad para exigir del lector el ir montándola a base de piezas diseminadas y de detalles de esos que pasan en segundo plano de las viñetas. El puzzle que así va construyéndose con lo que hasta la fecha ha publicado Ponent Mon en nuestro país —en Francia, la editorial Petit a Petit ofrecía el pasado mes de septiembre el quinto álbum de la cabecera— adquiere tintes asombrosos en las páginas que hoy nos ocupan, y deviene en una experiencia especialmente genial el ir ordenándolo, poniendo cada personaje, lugar, hecho y pista en su sitio correcto hasta que todo encaja a la perfección.

Lamentablemente, no podemos entrar en muchos detalles acerca del entramado que Gaët’s pone aquí en juego porque, llegados a este punto del avance del relato, cualquier desliz podría incurrir en el peor de los destripes. Baste decir, eso sí, que perfectamente enmarcado como quedaba en el primer número, el desagradable trabajo en el que desarrollan su actividad profesional los personajes —os recordamos que la premisa de partida de ‘RIP’ es que la empresa que les tiene contratados se dedica a acudir a domicilios en los que se hayan encontrado difuntos que no tienen herederos para, literalmente, saquear todas las pertenencias del finado, almacenarlas y, posteriormente, proceder a su subasta— termina sirviendo de excusa para ahondar en otros terrenos como el que vemos en el cuarto álbum, en el que se aborda el análisis de un psicópata asesino que ríase usted de Norman Bates, Hannibal Lecter o cualesquiera nombres que se os vengan a la cabeza. El que tanta genialidad por parte del guión encuentre perfecto acomodo en el trazo de Julien Monier, que ha venido desarrollando un trabajo espléndido desde el primer número, termina rubricando una lectura de esas que no os deberíais perder so pena de dejar pasar un título que es de lo mejorcito que han visto las estanterías de vuestras librerías especializadas durante este 2022.