Es más que probable que, en las pocas ocasiones en que hemos hablado en estas líneas del cómic de terror, lo haya hecho en términos muy parecidos a los que ahora pretendo argüir. Estos no son otros que destacar la dificultad que entraña poder meter el miedo en el respetable en un medio tan limitado como el arte secuencial…tan limitado con respecto al escrito, porque en un tebeo la imaginación del lector no puede jugar en favor de lo que el escritor de turno describa con mayor o menor fortuna, y tan limitado sobre todo con respecto al cinematográfico, sin posibilidad de jugar con el diseño de sonido y la música para establecer mejores mimbres a la hora de que la platea se acojone en mayor o menor medida. Es por ello que cuando un tebeo de terror funciona, y son muy pocos los que nos hemos encontrado en nuestra vida lectora que realmente lo hagan —de hecho, ahora mismo sólo se me viene a la cabeza uno, ‘El velo‘ de El Torres—, lo valoramos sobremanera porque hay que tener mucho talento para que las viñetas instilen sentimientos similares al celuloide. Desafortunadamente, aunque pareciera que iban por ahí los tiros de este párrafo inicial, ‘Otoñal‘ no es de esos elegidos, y sus resultados finales quedan lejos de llegar siquiera a resultar inquietantes…y no será porque Daniel Kraus no se esfuerza.
El guionista toma a una pareja de protagonistas bastante arquetípica dentro del género —madre soltera con hija— y las coloca de vuelta en el pueblo natal de la primera, en el que todo el mundo teme a las hojas marrones que el otoño arranca de los árboles. Partiendo de esta sucinta premisa, Kraus comienza a construir un ambiente que quiere resultar familiar al lector amante del género, con reminiscencias a la legendaria ‘El hombre de mimbre‘ —la original de 1973 no ese chusco que fue la protagonizada por Nicholas Cage— y a otros rincones del cine de terror que no nombraré aquí por no fijar ideas preconcebidas en vuestras virginales mentes. El problema —uno de los problemas— es que, tan pronto como a finales del primer número o comienzos del segundo, empieza a ser muy evidente, al menos a nuestros ojos, los derroteros por los que se va a mover la trama y qué se oculta tras esas hojas que tienen a todo un pueblo atemorizado y, claro está, cuando nuestras sospechas se confirman, el conjunto pierde interés a marchas forzadas. Si a eso le unimos lo correcto, sólo correcto, del dibujo de Chris Shenan que sí, es muy adecuado para el tono de la narración pero, al mismo tiempo, considerablemente confuso cuando la acción se complica, lo que tenemos, como os decíamos, es un tebeo que se deja leer pero que no entra en nuestro particular y muy reducido Olimpo de esos tebeos de terror que hay que tener sí o sí.
Otoñal
- Autores: Daniel Kraus y Chris Shenan
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 224 páginas
- Precio: 26 euros



