‘Ojo de Halcón 2. Pequeños aciertos’, espejo del futuro

El titular de la anterior entrada que le dedicamos, hace año y medio, al primer volumen de ‘Ojo de Halcón’ lo decía todo: «Marvel at its best», dejando bien claro que la serie de Matt Fraction, David Aja y allegados era, sin ningún tipo de resquicios para la duda, de lo mejorcito que La Casa de las Ideas estaba publicando mes a mes tras el arranque de Marvel Now!. Poco ha cambiado desde entonces en este constante experimento narrativo que siguen siendo las aventuras de Clint Burton y Kate Bishop, y la muestra inequívoca de ello son las 160 maravillosas páginas que conforman este segundo volumen recopilatorio de la cabecera que Panini publicaba allá por el mes de marzo.

Con colaboraciones de nombres como Steve Lieber y Francesco Francavilla, donde sigue residiendo no obstante la mayor parte del genio de esta fantástica serie, al margen del continuado modo «hacer algo que no se ha hecho nunca» con el que Fraction aborda cada nuevo número, es en el acojonante talento de nuestro David Aja. Lo que el artista español plasma cada vez que tiene la ocasión (el ritmo actual de la serie es un número dedicado a Kate, del que se encargan otros dibujantes, y los centrados en Clint, responsabilidad de Aja) es de una calidad tan asombrosa que bien podría decirse, sin temor a equivocarse, que lo que vemos en sus planchas es el equivalente del cómic de superhéroes del s.XXI de aquello que nombres como Frank Miller o David Mazzuchelli hicieron hace treinta años en la revolución del género de los años ochenta.

Unido pues a lo que Fraction va cuajando en una historia que, una vez finalizada, habrá que encumbrar sí o sí como una cima poco común del tebeo estadounidense, huelga decir (porque huelga, ¿no?) que ‘Ojo de Halcón’ es de esos contados títulos que, sea uno aficionado al cómic de tipos con mallas o no, es de obligatoria lectura. A fin de cuentas, hablar de ella es hacerlo de uno de esos productos que aparecen de cuando en cuando y están llamados a servir como modelo a seguir a las futuras generaciones de narradores secuenciales. ¿Que exagero? Al tiempo…