COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Naftalina’, de una vida a otra

Hasta en tres ocasiones diferentes a lo largo de cinco años. Esa es la huella que Sole Otero ha dejado por Fancueva en el último lustro. Una huella que empezó de manera entrañable e inmejorable con el humor de ‘La pelusa de los días‘. Que continuó, en un giro de timón asombroso, con ‘Poncho fue‘, un tebeo sobre las relaciones tóxicas que más de uno y de una debería leer. Y que, el pasado 2019, llegó a su tercer peldaño con ‘Intensa‘, un descoque sexual con extraterrestre de por medio que quizá no llegaba a la altura de sus dos obras previas pero que dibujaba a las claras lo multifacetado y versátil de esta artista argentina. Y, claro está, tanto talento e inquietud tenían que encontrar acomodo en un nuevo trabajo que, avalado por el Premio FNAC-Salamandra, ha tomado la forma de ‘Naftalina‘, acaso el proyecto más ambicioso de la autora y, curiosamente, el que ha resonado con menos intensidad en las filias de este redactor.

Y lo ha hecho, no tanto en una historia soberbia de legados y experiencias intergeneracionales —que también tiene sus «cosas»— sino en una faceta visual que, a mi humilde entender, pierde algo de la frescura y de lo vibrante que cabía encontrar en anteriores propuestas de Otero en aras de la búsqueda de un yo más maduro y evolucionado que no siempre se salda con los mejores resultados. Cuidado, viendo las más de 300 páginas que conforman ‘Naftalina’ se hace muy evidente que Otero ha puesto todo su ser en resultar variada, arriesgada, innovadora, ecléctica y cualquier epíteto que se nos pueda ocurrir que incurra en apuntar hacia el ejercicio de autoexigencia al que se somete la dibujante. Pero —e insisto, esto es una cuita personal— aún apreciando todos esos incuestionables esfuerzos y aún valorando en lo que cabe el que la sensación de cansancio no tenga a bien aparecer —algo a lo que ayuda también ese agradable colorido de reminiscencias naïf— ‘Naftalina’ no me llega a atrapar como si lo hizo Otero en el pasado.

La reflexión directa lleva a pensar que, más allá del natural interés que va despertando la historia de nieta y abuela y la saga familiar que se construye entre ambas y que Otero cose con tanto tino, el que en ocasiones parezca que el relato divaga sin rumbo fijo para, cuando esa sensación está a punto de decantar, levantar el interés, genera un efecto montaña rusa que no es del todo agradable. No ayuda a ello la extensión, algo excesiva en mi humilde opinión, ni el que el puerto al que arribe finalmente todo el trasunto sea un tanto predecible, más cuando una historia es tan personal como la que aquí expone Otero —sea o no real, eso es lo de menos— al final hay que acudir a las vísceras para valorarla y esa valoración, en mi caso, se queda en lo notable con ganas, muchas ganas, de que hubiera sido más.

Naftalina

  • Autores: Sole Otero
  • Editorial: Salamandra Graphic
  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Páginas: 336 páginas
  • Precio: 25 euros

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