‘Medicina POP’, unos frikis de cuidado

En un momento histórico en que la medicina está teniendo una importancia capital y en el que, me gustaría pensar, por fin se está reconociendo a los profesionales de la sanidad el incuestionable y puntal valor que tienen dentro del esquema de la sociedad, Plan B ha venido a editar un libro que lleva la práctica médica al terreno friki de una manera tan hilarante como pedagógica, postulando la pareja de autores que conforman Yo, Doctor —Guido Rodríguez de Lema Tapetado y Juan Sánchez-Verde Bilbao— qué tipo de enfermedades podrían padecer un puñado considerable de personajes de la cultura popular contemporánea para, apoyándose en dicha excusa, acercarnos nombres de esos que parecen términos de ciencia-ficción.

Porque, a ver, Fry de ‘Futurama‘ tendrá menos dedos pero ¿sabíais que eso se llama Sindalictia? ¿A que no? ¿Y la Neuropatía Periférica que padece Stephen Strange?¿O la Anisocoria que hacía que los ojos de David Bowie fueran de desigual color? ¿Conocíais el Mitridatismo del Westley de ‘La princesa prometida‘ o la Acromegalgia de Fezzik?, ¿Y qué hay de la Epistaxis de la Eleven de ‘Stranger Things‘, la Argiria de Rondador Nocturno, el EPOC de Darth Vader, el Ehlers-Danlos de Mr. Fantástico o la Hipertricosis de Chewbacca?. Creo que con estos ejemplos ya se puede adivinar por dónde van los tiros de este muy simpático y entretenido volumen, y que es muy evidente, como afirman sus autores, que lo de tomar personajes populares, en la mayoría de los casos, no es sino la excusa que justifica un fin.

Dicho fin se expone siempre mediante una ficha con el personaje en cuestión en el centro —fantástica la habilidad de los autores para caricaturizar desde la simpleza y hacer reconocibles a todos y cada uno de los personajes— acompañado de una definición de la enfermedad, sus síntomas más comunes, la epidemiología de la misma, sus posibles causas, diagnóstico y tratamiento. Esto, llevado a lo largo de las más de cien páginas de que consta el volumen, logra un amplio tratado de dolencias que van de lo común de una conjuntivitis a lo estrambótico del síndrome que aquejaría a Mr. Fantástico, pasando por todo un rosario de las más dispares afecciones. Y para que quede claro que lo suyo es de ser MUY, MUY FRIKIS, el libro se cierra con dos páginas finales a cada cuál más esclarecedora: una en la que se nos invita a escribir los nombres de los personajes que en él aparecen, y otra en la que se nos diagnóstica, no podía ser de otra manera, de una FRIKOSIS galopante; a lo que yo apostillaría, ¿friki?, sí ¡¡y a mucha honra!!