'Marvel Omnibus. Conan el Bárbaro: La Etapa Marvel Original Vol. 10', Thomas endereza y se despide por todo lo alto

Pues hasta aquí llegó el invento. ¿Quién nos iba a decir que a estas alturas de la película íbamos a poder disfrutar de una edición íntegra de la etapa más longeva de cuantas ha protagonizado cierto aguerrido cimmerio? Con este ‘Marvel Omnibus. Conan el Bárbaro: La Etapa Marvel Original Volumen 10‘ se finiquita la recuperación que Panini ha realizado en un formato inmejorable de un material que en nuestro país ha visto la luz más veces de las que me atrevo a recordar. Era una estrategia editorial que contaba con un riesgo notable ya que, a pesar de ser un personaje tremendamente vendedor por estos lares, todo el mundo guarda estos tebeos en sus estanterías. ¿Aguantaría el mercado una nueva edición? Vaya que sí. Soporta una nueva de Conan el Bárbaro, de La Espada Salvaje de Conan, de los álbumes firmados por autores europeos, de versiones descaradas como The Barbarian King, de productos nacionales como El Bárbaro, de una Biblioteca Marvel de aparición mensual, de las nuevas cabeceras surgidas desde su nueva editorial de publicación, Titan…La respuesta no puede ser más afirmativa. Nos gusta Conan y, me atrevo a decir, que disfrutamos teniendo todas y cada una de las distintas ediciones que aparecen (y aparecerán). Razón de peso para que esta nueva reedición haya llegado a buen puerto con una salud envidiable tras zarpar hace ya cinco años, momento en el que veía la luz la primera entrega hasta llegar a la presente donde encontraremos los últimos treinta y cinco números hasta completar los dos ciento setenta y cinco de los que consta la serie original.

Un omnibus al que, como suele ser habitual en este tipo de productos, no le falta ni un solo detalle. Atención a los textos escritos por Roy Thomas, guionista que más ha lidiado con el personaje y que aquí nos cuenta los pormenores que rodearon su segunda etapa al frente de la cabecera, esta vez sin todo el poder decisorio que ostentaba durante la primera. Era consciente de que las cosas tenían que volver a su cauce ya que, durante su ausencia, los autores que habían pasado por el título intentaron ofrecer una visión diferente que se alejará de los relatos escritos por Robert E. Howard, una intención más que loable pero que fue desgastando las aventuras del cimmerio hasta que el nivel ofrecido por algunos de esos nombres no alcanzaba el mínimo exigido. Un propósito, el de Thomas, que se puede apreciar desde los prolegómenos del grueso volumen con unos primeros relatos que adaptan, o giran, en torno a historias del propio Howard o ya conocidas por el lector. Tampoco le tiembla el pulso a la hora de rescatar del olvido a viejos personajes como el villano Devorador de Almas o aliados como Red Sonja o el imponente Zula.

Una vez que las directrices y las piezas principales están sobre el tablero, solo hay que retomar la rutina cimmeria, esto es, sangrientas batallas, hechiceros haciendo gala de sus malas artes, jóvenes damiselas en peligro esperando ser salvadas y un amplio catálogo de monstruosas criaturas que no se lo pondrán nada fácil a Conan y sus compañeros. Thomas consigue recuperar el espíritu de aquellos primeros ciento quince números con una rapidez inusitada, volviendo a unas raíces que venían marcadas por su peculiar prosa y narrativa, fácilmente reconocible por todos los lectores de la serie. Bien es cierto que no tenemos al gran John Buscema en los lápices pero su ausencia se sobrelleva con un grupo de ilustradores cuyo trabajo está muy por encima de la media, empezando por el clásico Gary Hartle para seguir con un Mike Docherty que tuvo la suerte de estar acompañado a las tintas por Ernie Chan, Alfredo Alcalá y Ricardo Villagrán, elevando enteros el aspecto gráfico de esta recta final. Un cierre necesario y muy digno que coloca a la colección en la posición que nunca debió abandonar, recuperando la esencia de un personaje que siempre será bien recibido por su legión de seguidores sea en el formato que sea.