Ya en Image, ya en la propia Marvel, Jonathan Hickman había dado sobradas muestras de ser uno de esos guionistas por los que, sí o sí, pasaba el futuro del mainstream estadounidense. En la tercera contendiente por el calificativo de major dentro del mercado yanqui del cómic, el guionista de Carolina del Sur ofrecía todo un rosario de títulos en los que algo quedaba claro: su portentosa habilidad para conjurar historias de ciencia-ficción de esas que cabría definir como «duras» y que, plagadas de tecnicismos, de diálogos imposibles —y en no pocas ocasiones de complicada aprehensión— y preñadas de un tono cínico, agudo y de tremenda elocuencia nos dejaban, y nos siguen dejando en el caso de ‘East of West’ o ‘Black Monday Murders’ —por sacar a la palestra los dos ejemplos más brillantes de cuantos se han publicado, y se siguen publicando, en Image—, boquiabiertos.
En el seno de la Casa de las Ideas, Hickman venía desarrollando desde hacía algo más de un lustro un recorrido que había encontrado en su magnífica etapa al frente de los Cuatro Fantásticos hito incontestable que lo situaba, no sólo a la cabeza de los guionistas de la editorial, sino como el mejor posicionado para entrar a formar parte de la élite que, bajo el título de «arquitecto del Universo Marvel», regía los destinos de los principales eventos que jalonan año tras año el tumultuoso y agitado devenir del sello.
Compartiendo autoría con Jason Aaron, Brian Michael Bendis, Ed Brubaker y Matt Fraction en todo aquello que trascendió en ese punto y aparte de la historia de Marvel que fue ‘Avengers vs. X-Men’, y siendo muy evidente que, bajo el «revolucionario» esquema de Marvel Now!, su nombre iba a ser fundamental en la nueva conjunción de lo que hubiera de llegar, que Hickman fuera el responsable de recoger el testigo dejado por la maravillosa etapa de Bendis al frente del grupo marvelita por excelencia era algo que comportaba un enorme honor y aún mayor responsabilidad por cuanto era bien evidente el escrutinio al que iba a ser sometido lo que fuera que el guionista desarrollara al amparo de la A de ‘Avengers’.
Pero si algo se hacía obvio con tan sólo aproximarse a cualquiera de los trabajos anteriores del guionista fuera o dentro de Marvel, es que al apostar por él, lo que las cabezas pensantes de la editorial estaban haciendo era alejarse lo más posible de lo que Bendis había ofrecido a lo largo de los muchos años que había estado al frente del grupo encabezado por el Capitán América, Iron Man y Thor: de estilos muy contrapuestos, sólo hay que asomarse a las páginas de cualquiera de las dos series de las que se haría cargo Hickman —’Avengers’ y ‘New Avengers’—, para apercibirse de las enormes diferencias que separan su aproximación a las historias de la formación superhéroica de aquellas que cuajó su predecesor.
De marcado talante cósmico —algo que encaja perfectamente con su exacerbada pasión por la ciencia-ficción— tanto ‘Vengadores’ como, sobre todo, ‘Nuevos Vengadores’, quedan engarzados con el rumbo que Marvel pone desde el arranque de ambas hacia el evento que sacudirá todo su universo. Nos estamos refiriendo, cómo no, a ‘Infinity’, crisol en el que todos los planteamientos de Hickman para con ambas cabeceras se terminaran fundiendo en un primer y decisivo escalón hacia ‘Secret Wars’. Como lo leéis, si se mira desde cierta distancia, todas las semillas que se comienzan a plantar con esmero en los números que recoge Panini en este primer recopilatorio de las series «vengativas» terminarán confluyendo en el último gran evento de verdad que ha valido la pena leer de la Casa de las Ideas —¿comienza a hacerse ya necesario abandonar tal calificativo para la editorial?— un hecho éste que deja clara la capacidad de planificación a largo plazo del escritor.
Influido, no podía ser de otra manera, por la formación del grupo que un año antes se había visto en la gran pantalla, Hickman diferencia desde muy temprano lo que podemos encontrar en ‘Vengadores’ de lo que cabe esperar de ‘Nuevos Vengadores’: aunque ambos comparten ciertos territorios, es muy evidente que la primera es la serie de los músculos y las escenas de acción molonas y la segunda la del cerebro, aquella que, con paciencia, va construyendo el semblante más sesudo de cuanto derivará en ‘Infinity’. De hecho, hasta la personalidad gráfica de ambas parece apuntar a esta idea: mientras que el estilo «serio» y conciso de Steve Epting sirve a Hickman para poder explayarse a placer con escenas y más escenas de diálogos entre los Illuminati en ‘Nuevos Vengadores’, es la personalidad arrolladora y forjada en el cómic de superhéroes más arquetípico de Adam Kubert la que marca a fuego ‘Vengadores’.
Entre ambos encontramos la extrema belleza del trazo prerrafaelita de Jerome Opeña, un dibujante conocido por su proverbial lentitud y que, heredero de las mejores formas de Barry Windsor-Smith, hace de los tres números de ‘Vengadores’ en los que interviene los mejores que la serie ha visto desde entonces en cualquiera de sus diversas encarnaciones. Una hazaña que habla con contundencia del halo de grandeza al que accede, aunque no sea de forma plena, esta estimulante lectura y que afirma de la espléndida forma en la que se movía Marvel tras su renovación antes de caer en el tedio que la mueve actualmente.
Los Vengadores. Todo muere
- Autores: Jonathan Hickman, Steve Epting, Jerome Opeña y Adam Kubert
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 312 páginas
- Precio: 29,93 euros en