Poco a poco, pasito a pasito, Grafito Editorial va asentándose en el panorama comiquero de nuestro país con su selección de obras inéditas de autores españoles. Si hace unos meses debutaban con ‘Cazador de sonrisas’, un interesante thriller ambientado en la América de los años 60 y protagonizado por un dentista y padre de familia ejemplar que tiene un oscuro secreto (o al menos eso parece), ahora nos sorprenden con dos títulos muy diferentes entre sí: ‘Chorizos: atraco a la española’, de Ricard González y Ricardo Vilbor, y ‘Los mundos de Valken: Océanos en llamas’, de Nacho Fernández, que hoy comentaremos.
En ‘Chorizos: atraco a la española’, Ricardo Vilbor (al que conocíamos del excelente cómic ‘Carroñero’, editado por La Cúpula) cuenta la historia de Francisco Picazo, un hombre de mediana edad al que la crisis ha pillado en el peor momento de su vida. Divorciado, hipotecado, calzonazos, un referente para absolutamente nadie de su familia, está en una situación extremadamente complicada. Pero en ese momento, aparece un conocido de su infancia, Manolo Terroba, un ex político que ha medrado a base de corruptelas en el sector público. Juntos van a organizar un desesperado intento por dar el golpe de su vida que les saque de pobres: robar el casino de Montecarlo. Y lo harán junto a un grupo de perdedores como ellos. La diversión, claro, está asegurada.
Como acierta Sergio Bleda en el prólogo a la obra, Vilbor acierta en el retrato despiadado de una España contemporánea saqueada por la crisis. Todas las «bondades» que el capitalismo salvaje ha infligido en nuestro país están aquí retratadas: la corrupción política, el paro de larga duración, los ninis, los jubilados víctimas de las preferentes, las familias que deben volver a reagruparse para poder sobrevivir, muchas veces malviviendo de una pensión; la indiferencias de la política internacional ante este drama, los abusos de la policía, los desahucios… Todo, todo está aquí, y Vilbor retrata con tremenda causticidad el panorama desolador que ha vivido España en los últimos años, eso sí, bajo una mirada humorística, tierna (hacia sus personajes) pero no mermada, a la vez, de mucha mala leche (hacia los culpables de esta situación).
Con todo, he de confesar que algo no funciona para mí en este cómic. El desarrollo se hace muy farragoso, y a pesar de que los flashbacks están bien situados y delimitados por cambios de color, creo que entorpecen la narración principal, y el humor de sainete no contribuye a agilizarla. Es cierto que con unos ingredientes como los que presenta la historia no va a salir un ‘Ocean’s Eleven’, sino, como dice Bleda, un esperpento berlanguiano, pero hay algo en este humor que no conecta conmigo. González está correcto en su línea visual, se muestra ágil en el dibujo humorístico, aunque tampoco destaca en ningún apartado concreto. No he conectado con él de alguna forma.
La segunda obra que ha lanzado Grafito junto a la anterior ha sido ‘Los mundos de Valken: Océanos en llamas’, de Nacho Fernández (‘Dragon Fall’, colaboraciones con ‘Fanhunter’, ‘Darkbreed’, ‘Templarios’, ‘Supergrupo’, etc.). Nacho se lía la manta a la cabeza para contar una historia de proporciones épicas de tinte ciencia-ficción. Se ambienta en el gran imperio Valken, que se extiende por un gran sistema solar, en el que aún colean rastros de guerra civil con algunos núcleos de resistencia. Mientras las tropas imperiales la combaten, aparecen los Volg, antiguos enemigos del sistema solar, que vuelven para reclamar lo que fue suyo. Y en todo esto, la nave Nimrod, capitaneada por Keena tiene que aterrizar en el lugar de las hostilidades, cuando se encuentra todo este follón.
Nacho deja aquí su lado más humorístico y superdeformed para dar rienda suelta a un proyecto que llevaba mucho tiempo en su cabeza y por fin ve la luz: una macrosaga, inspirada en la ciencia-ficción clásica, llena de aventura e intriga, aunque también con sus dosis de humor. Lo primero que llama la atención es la contundencia de la propuesta del autor. Puede que en un primer momento despiste al lector el baile de nombres y referencias, pero a medida que vamos conociéndolas y aposentándolas, es interesante como este pequeño universo se va cimentando y haciendo coherente, sumergiendo al lector dentro de él (como no me había pasado anteriormente, y las comparaciones son odiosas, más que con el Poniente de G.R.R. Martin). Nacho deja su tono más manga y caricaturesco para, con su propio estilo, articular una historia que se vuelve épica y que, efectivamente, remite a los referentes más clásicos de los que el autor bebe. A esto hay que sumarle un paginación muy dinámica, con un modelo de viñetas diferente en cada una de ellas, buscando la agilidad narrativa. Para mi gusto, en determinadas ocasiones, hay demasiado texto, demasiados bocadillos, creando un conjunto algo recargado y que satura un poco al lector al primer golpe de vista. Pero en general Nacho consigue lo que se propone: contar una historia bien narrada, con un buen fondo y bien resuelta. El tomo se completa (al igual que el anterior ‘Chorizos’, es de justicia decirlo) con un make-off sobre cómo fue evolucionando el proyecto de ‘Los mundos de Valken’, que no se quedará sólo en esta entrega, sino que promete más.
Hay que destacar el mimo con el que cuida la edición Grafito, incluyendo en ella un desplegable con material que complementa la lectura y una lámina firmada por los autores. Esto sí que es dejar al lector complacido.