A Brian M. Bendis se le deja hacer de todo en Marvel, hasta el punto de que propone una serie para cambiar ciertos aspectos de la historia de la editorial y no sólo no le ponen pegas, sino que le dejan que se explaye en cinco números y que adecúe todo a su gusto para el evento del año, la Secret Invasion.
Retrocontinuidad llaman a esto, pero sólo se merecería ese nombre si no se cargase conceptos básicos durante muchos años en Marvel o si no tratase a los lectores veteranos como tontos. Si hace todo eso, lo mejor es llamar a las cosas por su nombre: pasarse tropecientos años de historias Marvel por el arco del triunfo.
Y, claro, con esos ases en la manga juega cualquiera. Y repito: cualquiera. No hace falta ser un superguionista estrella para que te salga algo apañado. Porque si a uno le dan vía libre para juntar (porque sí) a cinco superhéroes de renombre, pues lo hace y le queda un grupo digno de portagonizar mil historias divertidísimas.
A saber, Reed Richards, líder de los 4 Fántasticos; el Doctor Stephen Extraño, EL MAGO (con mayúsculas) del universo Marvel; Namor, soberano de Atlantis; El profesor Xavier, líder de la Patrulla X; Rayo Negro, Rey de los Inhumanos; Pantera Negra y Iron Man. Con esos mimbres, muy mal tiene que hacerlo uno para que salga algo mínimamente divertido.
Además, a Bendis se le deja que toque lo que le salga de las narices y eso también es trampa: Que quiere remodelar a su gusto la premisa de las Secret Wars, pues, hala, que lo haga, da igual que lo que salga de su mente sea la más estrambótica razón a un evento Marvel jamás pensada. Y así con todo en Los Illuminati.
Claro, con la potestad para ser deus ex machina, Bendis no tarda en hacer cinco tebeos divertidos, con momentos puntualmente brillantes (toda la conversación sobre amores y amoríos de los superhéroes) y algunos bastante vergonzosos (Bendis sigue teniendo la manía de que todos sus personajes hablen igual; Además, de repente y porque sí, muchas de las habilidades de los héroes Marvel no sirvan para nada…). Dicen que la serie no estaba planeada como prólogo de Secret Invasion. Pues aún peor.
El principal problema de los Illuminati es el mismo que el de la mayoría de las cosas que ha hecho Bendis en Marvel (¿todo excepto Daredevil?): que el lector tiene la sensación continua de que se le está engañando.
Atención spoiler de flipar
En serio, ¿alguien puede pensar que el mismo Rayo Negro de los últimos años es realmente un Skull sin que la mandíbula se le disloque de la risa? ¿Pero nadie, nadie, nadie en el Universo Marvel se ha dado cuenta?
Fin del spoiler
Pues eso, que Bendis hace y deshace a su gusto con los personajes que él quiere, les da mil vueltas y acaba por dejarlos de tal manera que no los puede reconocer ni la madre que les parió. ¿Que, además, en tres de los cinco comics de Illuminati puedes llegar a disfrutar bastante de sus idas de olla? Pues vale. Pero eso no compensa el sinsentido de todo. Aquí no interesa explicar nada, sino que los lectores comulguen con ruedas de molino para mayor gloria del guionista. Sinceramente, ¡que les zurzan!
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