‘Los Dalton’, sin rastro de Lucky Luke

Antes que por cualquier otra razón, si los infames hermanos Dalton son tan famosos en la cultura popular, eso es debido a la reinvención de los mismos en ineptos patanes que Morris hizo para su mayor creación, ese vaquero más rápido que su propia sombra que es Lucky Luke: enemigos jurados del cowboy, cuando éramos jóvenes e inocentes infantes no pasó nunca por nuestra cabeza que estos tipejos narizones de «pinta estúpida y malvada», siempre desaliñados y con barba de cuatro días pudieran haber estado basados en algo más que un producto de la imaginación del artista francés. Una idea que, nunca desechada por mera ignorancia, es ahora borrada gracias al trabajo llevado a cabo por Olivier Visonnea y nuestro Jesús Alonso Iglesias en este estupendo western que es ‘Los Dalton’.

Banda especializada en robo de trenes y bancos que operó en el far west entre 1890 y 1892, de los quince hermanos que llegaron a ser los Dalton, tres fueron los que pasaron a la posteridad por sus hazañas criminales, Bob, Grattan y Emmett, y en ellos se centran los esfuerzos del relato enhebrado por Visonneau que, cuidado —y como bien avisa la contraportada del volumen— es una versión completamente libre inspirada en la verdadera historia del trío de ladrones. Y como tal son muchas las licencias que se le adivinan al guión del francés orientadas a que los dos álbumes originales que aquí recoge Dibbuks no sean una mera sucesión más o menos bien engarzada de acontecimientos reales, sino que se acerque bastante al romanticismo con el que el western miraba a sus personajes más notables en los años de gloria del género en el séptimo arte.

Narrando desde sus inicios como agentes de la ley para encontrar justicia por la muerte de su hermano mayor Frank, hasta el inevitable paso al lado de los malhechores, el recorrido que Visonneau hace por las existencias de los Dalton queda salpicado por la incidencia de dos mujeres que traerán de cabeza a Bob y a Emmett, antojándose esta inclusión como la más obvia de esas licencias a las que me refería anteriormente. Sin que su inclusión estorbe a la compacidad del conjunto —es más, ayuda a ella— y sin que haya muchos peros que anteponer a lo notable del discurrir del relato, es al trabajo de Jesús Alonso al que hay que sacarle algún que otro color: el artista de ‘Paquet de mierda’ o la fabulosa ‘Los fantasmas de Dalí’ firma aquí un trabajo que, sin perder de vista su personal, dinámico y caricaturesco estilo, sufre un considerable bajón de calidad en el paso del primer al segundo de los álbumes que conforman ‘Los Dalton’. Si ello es debido o no a que tuviera menos tiempo para ejecutar el segundo es algo que desconocemos, pero resulta llamativo que las páginas de la segunda mitad del volumen acusen como lo hacen un decremento tan notable en la calidad a la que nos tiene acostumbrados el artista español. No es suficiente para arruinar la lectura, ni mucho menos, pero sí para que ésta nos deje cierto regusto agridulce.