Publicada por Norma en noviembre de 2008 —es increíble que hayan pasado ya casi seis años…el tiempo vuela—, ‘Tres sombras’ fue uno de esos títulos a los que me acerqué atraído por lo singular de su dibujo y del que terminé perdidamente enamorado en virtud del magistral relato con el que Cyril Pedrosa, su guionista y dibujante, se acercaba —inspirado en la muerte del hijo pequeño de un buen amigo— al relato de un padre que para salvar la vida de su hijo de tres misteriosas sombras que vienen a por él, decide huir y cruzar el océano con la esperanza de así evitar tan funesto destino. Con las bases sentadas en el primer tramo de la lectura, el artista comenzaba pronto a ahondar, siempre a través de la fábula, en conceptos como la muerte o las relaciones paterno-filiales y exploraba, en esta última, los límites que un progenitor estaría dispuesto a cruzar para salvaguardar la vida de un hijo guiado por el incondicional amor que siente hacia él. Todo ello envuelto en un halo de irrealidad que hacía que la lectura se asemejara muchas veces a los vanos intentos por recordar todos los detalles de un sueño una vez hemos despertado.
Acompañado de un trazo que mezclaba de forma sublime las influencias Disneyianas de la experiencia del artista —que trabajó para la compañía del ratón en la producción de ‘Hércules’— con una tendencia que conforme avanzaba la lectura se movía a terrenos más expresivos y menos figurativos, ‘Tres sombras’ dejaba bien claro que nos encontrábamos ante un nombre a seguir muy de cerca en el futuro. Un futuro que desde entonces nos trajo, por este orden: ‘Autobio’, hilarantes píldoras —o pildorazos, como suele decirse coloquialmente— que giraban en torno a las cómicas situaciones que su familia y él vivían por su compromiso con el medio ambiente; ‘Portugal’, una ambiciosa y prolongada novela gráfica en la que se narraba el proceso de recuperación de la ilusión por crear de un dibujante de cómics en crisis —un trabajo en el que se intuían no pocos matices autobiográficos— y, en los dos últimos meses del pasado 2015, ‘Equinoccios’, otro extenso volumen del que aún no he podido dar cuenta y esta ‘Los corazones solitarios’, curiosamente, publicado en el país vecino en 2005, esto es, antes que ninguno de los trabajos que hemos podido leerle hasta la fecha.
Haciendo gala de una mayor contención gráfica que la que le hemos conocido desde ‘Tres sombras’, sin que ello signifique que aquí y allá la mano del artista se suelte y nos permita asomarnos a viñetas que sirven para prefigurar lo que veremos en su producción posterior; y concretando ya unas planchas espléndidas en las que sobre todo llama la atención la capacidad de caracterización y la expresividad de sus personajes; es en la historia donde Pedrosa vuelve a convencer como lo ha hecho en el resto de cabeceras a las que nos hemos podido acercar. Y en esta ocasión lo hace con el viaje, tanto externo como interno, en el que se embarca Jean-Paul, un hombre cuya vida ha quedado atrapada y con el que, por mucho que sus «experiencias» nos sean ajenas, resulta facilísimo empatizar desde muy temprano en la narración. Dicha cualidad es la que consigue que la lectura de ‘Los corazones solitarios’ se haga con tremenda facilidad y también la que, llegado el final, sintamos como parte nuestra el pequeño gran triunfo que corona la narración de un álbum muy, muy recomendable.
Los corazones solitarios
- Autores: Cyril Pedrosa
- Editorial: Norma
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 56 páginas
- Precio: 16,15 euros en