‘Local’, la vida es la suma de muchos momentos

Nombre de los más eclécticos que se cuentan hoy en día en el panorama norteamericano, gracias a la pluma de Brian Wood hemos viajado a Hyborea, al norte de Europa en la era de los vikingos, a sendos futuros distópicos, a una galaxia muy, muy lejana e incluso al saturadísimo mundo de los mutantes marvelitas. Con tantos ejemplos a los que asirse para recomendar el acercamiento a la obra de un autor que nunca deja indiferente, es no obstante en dos de sus títulos más independientes donde mejor acomodo ha encontrado el talento del norteamericano: ‘Demo‘ y ‘Local‘, el magnífico volumen publicado por Dib-buks que os traemos hoy (un tomo que sólo él merece nuestros mayores elogios).

La relación existente entre ambos, más allá del mero hecho de venir firmada por el mismo escritor, no debería pasar desapercibida, ya que tanto en ‘Demo’ como en ‘Local’ Wood se aproxima a las diversas encrucijadas vitales de jóvenes personajes. Y si en el primero lo hacía a través de doce historias de diversa índole (algunas, las mejores, de marcado corte fantástico), en ‘Local’ el guionista se atavía de un manto de brillante realismo mediante el que nos acerca también a doce años en la vida de Megan McKeenan, una adolescente que ha abandonado su hogar con el ligero equipaje de una mochila y las muchas ganas de conocer mundo.

Cada año es representado por una historia que se desarrolla en una localidad diferente, mostrando Wood en cada una de ellas un episodio que, de forma directa o indirecta afectará al proceso de maduración de Meggan y la llevará de ser una adolescente desorientada y perdida, a una mujer que sabe que aprender de su pasado es la mejor manera de afrontar el futuro: cada relato que Wood nos trae es un retazo momentáneo en la vida de un personaje tan cercano que a nadie debería extrañar la rapidez con la que puede llegarse a empatizar con él, aunque la responsabilidad de engancharse a la vida de Meggan también recaiga de forma directa en ese primer capítulo que tanto nos recuerda a la ‘Corre, Lola, corre‘ de Tom Tykwer.

De la misma manera que un 50% de la solidez de las historias de ‘Demo’ recaían sobre el magnífico trabajo que en la parte gráfica realizaba Becky Cloonan, en ‘Local’ la labor de llevarnos de la mano a los diversos rincones de Estados Unidos por los que discurre la acción recae sobre un Ryan Kelly cuyos lápices y tintas en un ejemplar blanco y negro se muestran perfectamente capacitadas no sólo para acometer el complicado encargo, sino para dejarnos boquiabiertos con más de una página a la que el epíteto de soberbia se le queda corto. Una lectura espléndida, idónea para cualquier día en el que los colores del ambiente se muevan entre el ocre otoñal o el gris invernal.