Este es uno de esos volúmenes que, nada mas abrirlo, retrotrae al que esto suscribe a otra época muy diferente. A casi treinta años en el pasado. Al momento en que, iniciándome en este mundillo, le daba a todo lo que olía tanto a manga como a superhéroes —el europeo, como ya he comentado en numerosas ocasiones, llegaría bastante más tarde a mi vida de lector de tebeos—. Mis recuerdos no llegan a alcanzar el instante en que Lobo se presentó ante mi atónita mirada por primera vez o quién fue el amigo que tuvo a bien dejarme aquellos volúmenes de Zinco en que quedaban recopiladas las dos primeras miniseries del personaje creado por Roger Slifer y Keith Giffen en las páginas de ‘Omega Men‘, pero sí que en ellos quedaron imprimidas a fuego —sin duda debido a las múltiples relecturas que aquellos tiempos permitían por la ausencia de la inmensa oferta que hoy inundan nuestras tebeotecas…y el enorme tiempo que entonces uno tenía para dedicar a la lectura, claro— las muchas risotadas derivadas de las burradas que Alan Grant, Giffen y el inmenso Simon Bisley a los lápices desgranaban en unas aventuras que no tenían miedo a nada ni a nadie y se pasaban el Comics Code por el forro, o algún otro sitio innombrable, plagadas como estaban de mil y una burradas que, como podréis imaginar, dejaron ojiplático a aquel (cuasi) veinteañero que sólo hacía dos o tres años que había descubierto lo que las viñetas podían ofrecerle.
Sea como fuere, tras aquellos instantes en que Lobo pareció haber llegado a mi vida comiquera para quedarse, el último czarniano desapareció tan de improviso como había llegado, y salvo su puntual aparición en alguna de las aventuras estelares del personaje de DC de turno, poca es la presencia que esta fuerza de la naturaleza, tan cafre como cómica, ha tenido en las páginas de la oferta mensual de la editorial —y no mencionaré esa infame intentona de reformular al letal asesino carente de escrúpulo que fueron los 13 números de la cabecera que, con su nombre, se publicó bajo Las Nuevas 52—, por más que, en los últimos dos o tres años, un par de miniseries poco afortunadas hayan tratado de rescatar para sí el humor sin filtro al que unos Grant y Giffen en estado de gracia accedían en un momento de sus carreras en que el segundo ya estaba dándolo todo en la ‘Liga de la Justicia América‘…o al menos eso creíamos.
Y es que, sin lugar a dudas, si el humor despreocupado y políticamente incorrecto —ya lo era para la época, no os quiero decir para estos tiempos en los que vivimos en los que todo se cuestiona y se sobre-analiza— que el guionista gastaba en las páginas de la agrupación formada por Batman, Guy Gardner, Booster Gold, Blue Beetle y otros era de esos capaces de hacerte escupir leche por la nariz, lo que aquí logró cuajar en compañía de su colega de profesión, no sólo no le va a la zaga, sino que le adelanta por la izquierda sin miramientos dejándole como recuerdo un lindo dedo corazón levantado para que quede claro quién es aquí el puto amo. ¿La fórmula para conseguirlo? No arrendarse ante nada ni ante nadie, meter a Lobo en unos fregados que ríete tú de lo más bestia que te hayas echado a la cara en un tebeo. ¿Que hay que llevar a la antigua profesora de cuarto curso de Lobo de un rincón de la galaxia al otro?. Ahí está el tío. ¿Que hay que plantarle cara al mismísimo Santa Claus porque es lo que toca? Ahí está el tío. ¿Que hay que matar al hipermusculado cafre, convertirlo en tía y hacer que arrase cielo e infierno? ¡¡Ahí está el tío!! Para lo que haga falta. Que no se diga.
En serio, no podemos recomendaros suficiente, si nunca os habéis asomado a estas páginas, que lo hagáis aprovechando la ocasión que nos ofrece ECC con este espléndido volumen que contiene lo esencial para que os rompáis un ratito la caja. ¡Ah! Y no hemos hablado de Bisley —bueno, sólo nombrándolo de pasada, pero eso no vale—, de lo desenfadado, salvaje, sucio y demoledor de su estilo o de cómo, cuando creemos que ha alcanzado el cénit de lo que es capaz de dibujar, el colega va y se supera, dando pábulos a cualesquiera que sean las ideas locas que sus compañeros de viaje ponen delante suya. Insistimos, perdeos este volumen bajo vuestra responsabilidad. Pocos tebeos publicados por DC en sus muchas décadas de historia lo han puesto tan fácil para pasar un rato de descerebrada diversión como este. Advertidos quedáis.
Lobo: Retrato de un bastardo
- Autores: VVAA
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 368 páginas
- Precio: 43.50 euros