Hasta que la blogosfera no comenzó a arder en opiniones desaforadas para con su magistral ‘Fun Home’, decir que eran pocos los que allende las fronteras de Estados Unidos sabían quién era Alison Bechdel era un eufemismo como una catedral. Demonios, es que me atrevería a afirmar que hacerlo dentro de las fronteras de dicho país también era encontrarse, probablemente, con un «Perdona, ¿quién?» de mano del potencial interlocutor. Y es que, por mucho que hubiera irrumpido en la escena del cómic yanqui allá por finales de los ochenta, el nombre de la artista era poco conocido fuera de los círculos en los que se movían unas páginas en las que Bechdel trataba, paso a paso, de exorcizar demonios propios (aunque para eso se serviría muchísimo mejor de sus dos novelas gráficas) y ajenos sobre su condición sexual de lesbiana.
Inéditas en parte en nuestro país, la oportunidad que nos brindaba hace unos meses Random House de poder asomarnos a veinte años de evolución de una de los nombres fundamentales del cómic independiente estadounidense era una de esas que cualquiera que se hubiera acercado en su momento (entre los que me cuento, claro está) ya a la citada ‘Fun Home’, ya a la mucho más compleja ‘¿Eres mi madre?’, podía dejar pasar. A fin de cuentas, no son muchas las ocasiones en las que, como lector, uno tiene la opción de conocer en un sólo volumen la evolución gráfica de un estilo que ya se adivinaba como prometedor en las toscas formas de 1987 y que, llegado el momento, terminó eclosionando en las reconocibles, brillantes y asentadas viñetas en las que Bechdel lleva años explorando los inmensos territorios del noveno arte.
Y digo gráfica y sólo gráfica por cuanto, en lo que a términos de lo que se nos cuenta y no cómo se nos cuenta, la elocuencia en la autora ha sido siempre una cualidad inherente. Sólo hay que comenzar la lectura de ‘Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado’, traspasar las soberbias fronteras de un prólogo que ya es toda una lección de narrativa, y desembocar en las primeras planchas producidas hace casi tres décadas para apercibirse de que Bechdel tenía ya muy claro hacia qué quería dirigir su cínico, caústico y liberador discurso; uno que desde el comienzo se orientaba a un propósito que, conforme fue avanzando el tiempo, terminó por adquirir visos hasta pedagógicos: el descubrir a aquellos que se acercaran a sus páginas que la homosexualidad entre mujeres no se ceñía a ninguno de los dos patrones extremos en los que el mundo masculino suele clasificar al amor/deseo entre dos mujeres. Algo parecido decía Kevin Smith por boca de Jason Scott Lee en ‘Persiguiendo a Amy’: para un «tío», cualquier lesbiana que no sea una marimacho con cara de pocos amigos, o es la exuberantes protagonista de libidinosas fantasías de esas que suelen verse en el mundo de la pornografía o, directamente, es producto de nuestra imaginación.
Derribando a golpes uno y otro extremo, lo que Bechdel nos enseña a través de sus páginas es un mundo tan natural como pueda serlo el heterosexual, con personas (ni mujeres, ni hombres, personas y basta) llenas de dudas existenciales, de anhelos vitales y de deseos carnales. Todo lo anterior podría parecer a una obviedad a ojos de aquellos para los que poca o nula relevancia comporta esta o aquella condición sexual, pero por mucho que creamos que esa tónica de pensamiento debería ser la generalidad en este siglo XXI en el que vivimos, la realidad es bien diferente y los miedos y rechazos a aquello que no se ataña a la «normalidad» de la heterosexualidad siguen al orden del día. Considerar pues que, en este sentido, ‘Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado’ es un libro de lectura IMPRESCINDIBLE para abrir horizontes a las mentes estrechas es tan manifiesto como que, en lo que al noveno arte compete de forma exclusiva, este volumen se alce como una pieza de adquisición casi obligada.
Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado
- Autores: Alison Bechdel
- Editorial: Random House Mondadori
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 400 páginas
- Precio: 24,90 euros