Muy pocas son las ocasiones actuales en las que podría haber tenido la oportunidad de hablar como Dios manda de Alan Davis. No en vano, el que otrora fuera uno de mis tres artistas favoritos ha terminado por perderse de tal manera en la maquinaria de hacer tebeos marvelita que su maravilloso arte ha quedado reducido en los últimos años a esporádicas apariciones en miniseries sin ninguna relevancia que no dejan respirar a uno de los dibujantes que mejor ha sabido entender el cómic de superhéroes a lo largo de la historia del noveno arte. Espero pues que sepáis aceptar de buen grado que al tener que revisar hoy uno de los últimos grandes trabajos del británico, me explaye más de la cuenta en disquisiciones que nada tienen que ver con el recopilatorio de ‘Liga de la Justicia: Otro clavo’ que ECC publicaba el pasado mes de agosto y que propicia esta entrada.
A tanto llegó en su momento —hará cosa de algo menos de veinte años— mi extrema filia por Alan Davis, que ha sido el único autor por el que he comprado grapas sólo porque la portada venía firmada por él. Descubierto a principios de los noventa gracias a ese maravilloso prestigio de innumerables lecturas que fue el ‘Full Circle’ —la historia que daba cierre al ‘Año 2’ de Batman y uno de los mejores cómics sobre el Hombre Murciélago que servidor ha tenido el gustazo de disfrutar—, pronto comenzaron a formar parte de mis por aquél entonces escuetas estanterías sus dos etapas en ‘Excalibur’, el prestigio de Lobezno, los números de ‘Batman y los Outsiders’ y los pocos de ‘Detective Comics’ —ambos en sus ediciones de Zinco—, el ‘Capitán Britannia’ o, en plena fiebre coleccionista, unos retapados que contenían el ‘Harry 20 on the High Rock’.
Cómics todos que fueron sometidos a incontables revisiones llamadas a deleitarme una y otra vez en su maravilloso y copiado estilo de dibujo —de él salieron, por poner dos ejemplos, tanto Gary Frank como Bryan Hitch— y en la fluidez narrativa que siempre le ha caracterizado. Una fluidez que, en los diez años transcurridos entre 1994 y 2004, el artista pondría al servicio de las que considero sus tres mejores obras: las dos partes de ‘El clavo’ y, por supuesto, ese personal y superlativo proyecto que fueron los primeros ocho números de ‘ClanDestine’, una de las lecturas más frescas y divertidas que Marvel publicó durante esa irregular década que fue la de los noventa.
Bajo el emblema de la fenecida ‘Otros Mundos’ —¿qué sentido tendría ahora el sello cuando, en esencia, las Nuevas 52 no son más que un desproporcionado ‘What if?’?—, Alan Davis a los guiones y dibujo y su sempiterno Mark Farmer a las tintas ofrecían en ‘Liga de la Justicia: El clavo’ una historia que partía de la premisa de qué hubiera sido del Universo DC si, debido a un clavo que pinchaba la rueda de su automóvil, Jonathan y Martha Kent no hubieran salido de casa la noche en que la nave de Kal-El aterrizaba en Kansas. Desarrollado en tres prestigios, el panorama que nos pintaba Davis pasaba por una Metrópolis con Lex Luthor de alcalde, con Jimmy Olsen como su mano derecha y con una Liga formada por Batman, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, Hawkwoman, Aquaman y el Detective Marciano que observa como la opinión pública comienza a darle la espalda manejada por las constantes embestidas del tradicional enemigo de Superman.
Adornadas con el espléndido color de Patricia Mulvihill, las páginas de ‘El clavo’, jalonadas en sus tres números con espectaculares splashs dedicadas a cada uno de los integrantes de la formación, son probablemente lo MEJOR que Alan Davis ha dibujado a lo largo de toda su extensa trayectoria y en el desarrollo de la historia, el artista dejaba la puerta abierta a una posible secuela que, por diversos avatares, tardaría seis años en aparecer. Pero como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena, y en este caso la dicha fue plena porque, tras los sinsabores que fueron el ‘Superboy’s Legion’, los números de ‘Los Vengadores’ guionizados por Kurt Busiek y el ‘Killraven’ —lecturas todas entretenidas sin más—, ‘Otro clavo’ nos devolvía a la mejor versión del británico, esa con la que tanto habíamos disfrutado en la primera entrega de esta ambiciosa historia y que aquí volveríamos a encontrar en plenitud de facultades.
En lo que al dibujo respecta, ‘Otro clavo’ ofrece —como bien se puede observar en las dos imágenes que acompañan a esta entrada— un recital espectacular en el que Davis, enfundándose el espíritu de George Pérez, deja páginas y más páginas con multitud de personajes «coreografiados» a la perfección. Quizás desde el punto de vista argumental la miniserie de tres prestigios quede un poco por debajo de lo que encontrábamos años antes en su predecesora, pero es un mal menor considerando la inmensa calidad del dibujo y el que DC permitiera al autor cerrar de forma plena aquello que había dejado entreabierto. Orientada a los seguidores más fieles de la casa y a aquellos que adoran el cómic de superhéroes más formulaico —entendida tal cualidad sin ninguna acepción peyorativa— tanto ‘El clavo’ como la secuela que hoy nos ocupa conforman una gran historia de esas a las que, de cuando en cuando, vale mucho la pena volver.
Liga de la Justicia: Otro clavo
- Autores: Alan Davis y Mark Farmer
- Editorial: ECC
- Encuadernación: Rústica
- Páginas: 168 páginas
- Precio: 14,72 euros en