‘Leyendas urbanas. Conspiraciones’, corolario de la estupidez humana

En cierto modo, ‘Conspiraciones‘ es una natural continuación de lo que David Sánchez ponía en pie con ‘Videojuegos‘, el primer volumen de esta serie de ‘Leyendas urbanas‘ que Astiberri comenzaba a publicar hace un par de semanas.

Y lo es no tanto por pertenecer a la misma colección, que también, sino por que tras la capa de ficción que siempre rodea a las leyendas urbanas, hay en la voluntad de José Domingo una intención parecida a la que las hipnóticas viñetas de Sánches ponían en juego en su título: poner en tela de juicio los sutiles mecanismos de control a los que nos someten los poderes fácticos y los medios de comunicación.

Llevada al paroxismo más extremo, lo que Domingo pone aquí en tela de juicio es la innata y estúpida capacidad humana para verter todos sus miedos en entelequias impersonales a las que hacer responsables de todos los males que aquejan a este mundo: incapaces de controlar nuestros destinos, más aun en esta época de crisis socio-económica que ha dado por completo la vuelta a muchos de los valores sobre los que se había asentado nuestra frágil sociedad, los humanos tendemos a sacar a relucir una y otra vez nombres como Illuminati, Masones o Priorato de Sión, nombres revestidos de una brutal carga simbólica que sirven para aliviar nuestras conciencias al tener a alguien (más bien habría que decir a algo) sobre el que verter nuestras iras.

Con el humor como mejor manera de exponer las locas ideas que a lo largo de los siglos han ido apuntalando la creación de estas sociedades secretas, Domingo no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen las páginas de su obra para azuzar conciencias y tratar de poner de relieve que la responsabilidad última de salir de la situación en la que nos encontramos reside en todos y cada uno de nosotros, en revelarnos contra el sistema que nos oprime y plantar cara ante aquellos que enarbolan expresiones como «democracia» o «bien del pueblo» cuando lo único que buscan es su lucro personal. Y tan sólo por eso, este pequeño volumen es, a todas luces, una gran lectura.