Tan sólo había comenzado a coquetear con el mundo de los tebeos, y todavía no me planteaba en firme que coleccionarlos pudiera convertirse en una afición a largo plazo. Sólo contaba con el escueto conocimiento de alguna lectura muy, pero que muy esporádica, de grapas sueltas de ambos universos superheróicos, lecturas que, huelga decirlo, daban minúsculos brochazos en el inmenso tapiz de DC o Marvel. Y entonces, gracias a un profesor de filosofía que había conocido en la única tienda especializada existente en mi ciudad, me vi expuesto tanto a la vastedad que significaba dedicarse al noveno arte en cuerpo y alma como al ingente número de lecturas que Toni —si es que no recuerdo mal su nombre— puso a mi disposición. Y la primera de ellas, la que llamó mi atención sobremanera de entre todo aquello que llenaba la tebeoteca de aquél improvisado mentor, fue ‘La muerte del Capitán Marvel’ en la edición que Fórum hacía de esta legendaria novela gráfica allá por 1984.
Veinte y siete años han pasado desde aquellos días de 1991 que sirvieron de preludio a lo que lleva siendo casi dos décadas mi principal hobby —no hace falta que os diga cuáles son los otros, ¿no?— y todavía recuerdo con cierta nitidez el impacto que supuso en aquél chaval impresionable de dieciséis «tacos» adentrarse en el fascinante mundo que Jim Starlin tejía con uno de los pocos decesos que, hasta donde servidor sabe, Marvel nunca ha deshecho. Pistoletazo de partida a los 75 títulos que conformarían el sello en el seno de La Casa de las Ideas —aquí sólo llegaron a ver la luz una treintena—, al ser punto y final a la trayectoria del héroe, ‘La muerte del Capitán Marvel’ está estructurado por Starlin en dos ramas bien diferenciadas que sirven a intereses bien distintos: mientras una versa sobre los intentos desesperados de los héroes del panteón marvelita por salvar a su compañero, la otra es un enorme flashback orientado, o así quiero verlo, a que el álbum pudiera ser utilizado como punto de partida por el que adentrarse en la oferta de la editorial.
Perfectamente casadas la una con la otra, no hay ni una falla que anteponerle al trabajo de Starlin en lo que a guión se refiere: conocieras o no al personaje con anterioridad, el dolor de la pérdida que su próxima muerte provoca en personajes como Spiderman, es de tal calado que traspasa el papel y hace mella en el lector. Ello, unido a cierta componente épica nada desdeñable —me siguen pareciendo geniales las páginas en las que Mar-vell se enfrenta a Thanos por última vez aunque sea en una suerte de ensoñación— hace de esta lectura un hito imperturbable en el tiempo que sólo adolece de la misma carencia que siempre ha caracterizado a los tebeos firmados de manera completa por el artista estadounidense: su dibujo.
En términos generales, las páginas de Starlin son correctas, no hay nada estridente que llame la atención a unos ojos que paseen la mirada sin atender en exceso a detenerse en algo más que la estructura básica y, en conjunción con el guión, funcionan. El problema se plantea cuando el escrutinio del lector va algo más allá y comienza a detectar el cierto hieratismo que impera en sus personajes, las muchas discordancias anatómicas que éstos presentan, el pobre control sobre la perspectiva que maneja el autor o lo estático de la narrativa en términos generales. Aspectos todos que bien podrían haber servido para arruinar la función, es tal el calado al que llega la historia que, por paradójico que pueda parecer, uno llega a ignorar hasta los errores más abultados con tal de dejarse llevar por un tebeo que, ya lo dice el titular, es historia viva del cómic de superhéroes en particular y, por supuesto, del noveno arte en general.
La muerte del Capitán Marvel
- Autores: Jim Starlin
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 72 páginas
- Precio: 15,20 euros en