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V. Kingdom Come

‘La esperanza pese a todo. Primera parte: Un mal principio’, ¡Bravo!

Rescatadas para la insigne ocasión que Dib-buks nos presentaba en bandeja con la reedición de ‘Diario de un ingenuo’ que nos hacía llegar a principios de año, las líneas que servidor redactaba hace una década sobre la muy magna y más soberbia obra de Émile Bravo dejaban muy claro que lo que el artista francés conseguía con su aproximación al universo de Spirou se movía en una esfera de tal altura que, y eso es algo que no decía en la entrada que publicábamos allá por febrero —de hecho, no lo podía afirmar hace diez años por falta de bagaje—, le daba sopas con honda a cualquiera de las otras muchas historias que han ido conformando el ‘Una aventura de Spirou por…’ con el que Dupuis ha ido permitiendo a diferentes artistas asomarse al cosmos del inquieto botones creado por Rob-Vel hace ya más ochenta años.

Demostraba Bravo entonces, y sigue demostrando a golpe de autoridad con esta primera entrega de ‘La esperanza pese a todo’ que, aún con las incontables historias que conforman la tebeografía del personaje; y a sabiendas de que, todavía hoy, cualquier incursión en tan vasto universo es comparada de forma inmediata con el referente inexcusable, no ya de la serie, sino del noveno arte, que es la etapa de André Franquin, es posible innovar en el abigarrado tejido que tantos y tantos artistas han ido construyendo a lo largo de las décadas hasta tal punto de aportar información que nunca antes se había arrojado. En este particular, y sin que ello juegue en detrimento de lo que Bravo sigue abundando en arropar a Spirou, hay un claro ganador del trabajo del artífice de ‘Mi mamá está en América’ en este primero de cuatro álbumes que conformarán una tetralogía llamada a la grandeza: Fantasio.

Ya comentamos hace meses que había que destacar:

(…) la forma de introducir a Fantasio —como un personaje alocado muy alejado de la seriedad con la que después le hemos conocido…

Pero Bravo va más allá con el talante alocado del futuro periodista y lo convierte en un ser egoista y hasta despreciable que utiliza a su amigo para sus estrafalarios fines sin pensar en las consecuencias que sus actos puedan acarrearle. En ese esfuerzo por dotar a Fantasio de un trasfondo que nos deja tan perplejos como maravillados; en la firme contraposición que se da entre ambos compañeros de fatigas y en el fuerte contraste dramático que, desconocido hasta ahora en las páginas de Spirou, se genera con el trasfondo de una Bélgica ocupada, la inusitada extensión del álbum da al artista la posibilidad de explorar el mundo que aquí construye muchísimo más de lo que ya lo hacía en ‘Diario de un ingenuo’.

Un mundo poblado por una ingente cantidad de personajes secundarios que, a la postre, y moviéndose entre la fina línea que separa la parodia de la realidad, ofrecen todo un rosario de posibilidades para que el lector se deleite en la maravillosa manera con que Bravo define desde el diálogo y puntualiza desde el trazo. En este sentido, son las hermanas que Spirou y Fantasio conocen camino a la frontera de Bélgica con Francia o el granjero que les ayuda en momentos de cierta tensión, ejemplos singularmente brillantes de la solidez con la que el dibujante trata de hacer de esta una lectura coral que sume a las voces de sus protagonistas, y siempre en oposición de una manera u otra con ambos, puntos de vista sobre las mil y una facetas que rodearon a la contienda bélica por excelencia de la historia de la humanidad hasta hoy.

En lo que al trabajo de Bravo sobre el tablero se refiere, el artista mantiene estructura y estilo, planteando unas planchas perfectamente continuistas con los planteamientos que ya veíamos hace una década en ‘El diario de un ingenuo’: el trazo afable del francés, lleno de candor, y la estructura de viñetas clásica, son puerta abierta a que el lector se abalance desaforado sobre las casi 90 páginas de ‘La esperanza pese a todo’; a que las devore insaciable dejándose llevar por el vertiginoso ritmo de variados acontecimientos que nutren su discurrir y a que, en última instancia, tras tamaño festín, se nos quede el apetito a medio llenar merced a una última viñeta…¡¡a una última página!! que, bofetón en la cara, nos plantea un continuará digno del cliffhanger más trabajado de ‘Perdidos’. Sabemos que el segundo volumen de la tetralogía apareció al otro lado de los Pirineos a principios de octubre. Esperemos que no haya que aguardar todo un año para poder seguir dejándose enamorar por tan MAGISTRAL ejemplo de cómo hacer tebeos.

La esperanza pese a todo. Primera parte: Un mal principio

  • Autores: Émile Bravo
  • Editorial: Dib-buks
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 88 páginas
  • Precio: 19 euros en

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