Mal que le pese a más de uno, que siempre ha mirado con ojo torvo a todo lo que sale de la factoría Disney, es indiscutible que las cintas de animación de la casa de Mickey Mouse han servido de trampolín de acceso a muchas y muy diversas cosas a través de las décadas. Podríamos empezar aquí citando cómo acercaron los cuentos populares europeos al público universal con sus clásicos más memorables. O cómo hicieron avanzar el arte del cine de animación, estableciéndose como la inspiración para muchas generaciones de dibujantes que no habrían llegado a nada de no ser por la imaginación de Walt Disney. Pero lo que hoy nos interesa es el que, aquí y allá, y trascendiendo las moralejas —o moralinas, como queráis verlo— de sus cintas, no son pocas las que han abundado en acercar instantes de la historia al público infantil…o a cualquier público que se acercara a ellas. Huelga decir que, el que hoy nos interesa, por muy caricaturizado que estuviera, es el que concierne a la Corte de los Milagros que Gary Trousdale y Kirk Wise utilizaban como una de las piedras angulares sobre las que se levantaba su muy libérrima adaptación del clásico inmortal de Victor Hugo, ‘El jorobado de Notre Dame’: en el filme, la corte que ahora nos trae Yermo en uno de sus mejores lanzamientos de este 2022, era una bufonada que, lejos de reflejar la caleidoscópica realidad que aquí sí nos dibujan Stéphane Piatzszek y Julien Maffre, sí que apuntaba a ese París de los bajos fondos poblado de toda clase de rechazados de la sociedad de la época que vivían del crimen, el hurto y prácticas incluso más innobles.
Es ese París el que, con todo lujo de detalles y bajo una concreción gráfica que se nos antoja espectacular, nos introduce Julien Maffre con un dibujo capaz de dejar atónito al más avezado lector de tebeos: documentado hasta la saciedad —y no hay mejor justificación del insaciable apetito del artista francés por ser extremadamente puntilloso que una de las escenas en el salón del trono donde, de fondo, observamos a los médicos del rey analizando las deposiciones del monarca después de que éste se levante del «trono»— y con un colorido espléndido, el trazo de Maffre se deja la piel en la caracterización de personajes y en dotarlos, desde cierto halo de caricatura, de una expresividad suma que ayuda sobremanera a implicarnos de lleno en los planteamientos del guión.
Un guión que no deja respiro al lector, que lo lleva de uno a otro rincón de este París de suciedad, podredumbre, vileza y honradez, honor y lealtad. Un París lleno de contrastes, no sólo por la diferencia entre las muchas clases que aquí intervienen en el relato, sino incluso por los estamentos que podemos observar en la propia Corte de los Milagros, un lugar con su rey y sus «nobles», con sus pugnas por el poder y sus intrigas «palaciegas» que, obviamente, no es más que un reflejo llano y exento de lujo de lo que se movía entonces por los salones de Versalles. Un París en el que ya se escuchan, soterradas, las voces de Libertad, Igualdad y Fraternidad que llevarán a la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 y que Piatzszek trata con un verismo inusitado, transportándonos de manera inequívoca a los ecos de los sonidos que llenaban las callejuelas de la ciudad de la luz. Un París, en definitiva, que se nos muestra apasionante y que, a la postre, encuentra en Anacreón y en toda su cohorte de harapientos, un universo en el que zambullirse y por el que dejarse maravillar.
La corte de los milagros
- Autores: Stéphane Piatzszek y Julien Maffre
- Editorial: Yermo
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 páginas
- Precio: 38 euros