‘La colmena’, de lo pesadillesco en el subconsciente

La portada de ‘Tóxico‘ ya lo decía todo: versión bizarra (cómo sólo él podría concebirla) de aquella que Hergé ideara para su ‘Tintín y la estrella misteriosa‘, la primera entrega de la nueva obra de Charles Burns suponía el homenaje del norteamericano a una de las que él ha confesado como mayores influencias de su juventud.

Análisis en clave lisérgica sobre el proceso de desintoxicación de un adolescente que bien podría estar salido de su ‘Agujero negro‘, en ‘Tóxico’ también había lugar para las referencias a esa Interzona que William Burroughs describía en ‘El almuerzo desnudo‘ y de la que el artista se apropiaba para crear un mundo ajeno, una realidad pervertida en la que se internará el joven «héroe».

Dejándonos con ganas de seguir explorando las singulares aventuras de Doug (su tintinesco protagonista) Burns nos trae ahora ‘La colmena‘, segunda parte de esta trilogía que se cerrará (y ya estamos impacientes por saber cuándo) con ‘Cráneo de azúcar‘ y que está sirviendo al artista para sumergir a sus lectores en un extraño mundo que resulta tanto o más atrayente cuanto más te metes en él.

Sin ánimos para desvelar nada de lo que las hipnóticas páginas de ‘La colmena’ le tienen reservado a aquél que se acerque a ellas, esta fascinante exploración de lo complejo del subconsciente es una muestra inmejorable de las alucinantes capacidades de Burns para describir paisajes oníricos en los que mover a unos personajes que resultan al mismo tiempo cercanos y lejanos, si es que tal oxímoron es posible, provocando esta y otras antítesis de la lectura un constante sentido de la desorientación en el lector que la engañosa línea clara y la simplicidad de la narrativa nunca parecerían encerrar a simple vista.

Viaje cargado de simbología (hay páginas que necesitarían de un estudio al margen orientado a desentrañar sus posibles connotaciones) ‘La colmena’ deja claro que, si su último volumen no pone trabas para ello, podemos estar fácilmente ante la obra cumbre de Charles Burns. Que esto termine o no ocurriendo dependerá en gran medida de una conclusión que, como decía, ya se espera con ansias.