‘La ciudad sin nombre 1. El agujero en el cielo’, un soplo de aire fresco

Puestos a buscar un cierto marco comparativo que nos ayude a arrancar esta reseña, uno no puede evitar pensar en ‘Avatar. The last Airbender‘ cuando va pasando las páginas de este primer volumen de ‘La ciudad sin nombre‘ que publica Astiberri en castellano y que, al menos en lo que a servidor respecta, es carta de presentación de Faith Erin Hicks por más que la autora canadiense arrastre ya tras de sí una dilatada trayectoria en el mundo de la viñeta. No lo puede evitar, por supuesto, por esa ambientación que tira de iconografía oriental tal y como lo hacía la serie de animación de Nickelodeon. Pero tampoco lo puede evitar porque, en el fondo, la historia de Kaidu, su formación en la ciudad que «da nombre» al cómic e incluso, en cierto modo, el personaje de Rata, la joven con la que se topará y que resultará fundamental en el devenir de la trama, nos recuerdan a Aang y a Korra, sobre todo en el carisma que ambos personajes desprendían en la serie, un carisma que aquí captura Hicks con una facilidad pasmosa, haciendo de sus dos personajes principales los mejores valedores a la hora de que sus aventuras calen hondo y rápido y resuenen con fuerza con nuestras filias.

Podríamos continuar, si así lo quisiéramos, con las comparaciones con ‘Avatar’, pero os dejaremos ulteriores reflexiones al respecto a los que tengáis la suerte de acercaros a este primero de tres volúmenes que compone esta saga que, huelga decir, os recomendamos sin reserva, ante todo, porque, como apunta una sucinta frase incluida en la trasera del libro «Lo tiene todo»…y no podemos estar más de acuerdo: ‘La ciudad sin nombre’ es enérgica, divertida y simpática; cuenta con personajes cercanos desde la lejanía que plantean por edad y por fantásticos, claro; consigue que logremos conectar, como decíamos, con los temores y cuitas de los adolescentes que son el foco de atención, pero también de los adultos que los rodean; cuida condenadamente bien la construcción del mundo en el que se desarrolla, adivinándose un enorme proceso de ensamblaje de la mitología que hay detrás nada más llevar unas pocas páginas de lectura y, por supuesto, cuenta con una trama que va planteando con precisión las semillas de intriga que la hacen ir avanzando sin que en ningún momento uno pueda anticiparse a lo que va a suceder…bueno, casi en ningún momento.

Pero, por encima de todo, hay dos valores de ‘La ciudad sin nombre’ que son los que más nos han convencido. Primero, que es capaz de jugar con similar desempeño tanto en la liga a la que va destinada, la de lectores adolescentes, como en la de los adultos que pongan en manos de sus hijos el volumen. Y, segundo, que cuenta con un dibujo que, sin ser asombroso, es muy expresivo desde su aparente simpleza, atendiendo tanto a ser convincente en que los escenarios de fondo sean coherentes y aporten, desde su silencio, muchísima información sobre este nuevo universo que aquí se nos descubre; como a cuidar la expresividad los personajes y, sobre todo, su carácter único. Huelga decir que, con todo lo que hemos apuntado, ya estamos deseando a que Astiberri publique los otros dos volúmenes de esta espléndida historia y podamos saber qué depara el futuro a nuestros jóvenes héroes. Aquí estaremos para dar (ansiosa) cuenta de ellos.