‘Juntas en esto’, empoderar

En estos tiempos que nos ha tocado en suerte vivir, donde cualquier afirmación hecha a vuelapluma puede —y será— utilizada en tu contra en los corrillos de las deleznables redes sociales; donde eres culpable antes de que pueda demostrarse lo contrario; donde ser hombre se ha convertido en un deporte peligroso en términos de esa perseguida igualdad que, al parecer, y sin que nos hayamos dado cuenta, se ha vuelto nuestra peor enemiga…en estos tiempos, pertenecer al género masculino y querer opinar sobre algo tan peliagudo como el aborto sin caer en argumentos que crispen a unas y a otros, resulta, a todas luces, un suicidio. Me ahorraré pues levantar ampollas en el extremo que sea con prolongadas opiniones personales que, además, no interesan absolutamente a nadie y, tan sólo estableciendo que esa es la temática en torno a la que gira el espléndido trabajo de Blanca Vázquez, dirigiré mis miras a valorar como es debido 48 páginas en las que la artista española juega, en dos líneas temporales diferentes, a trazar una semblanza de cómo el paso del tiempo no ha sido necesariamente benévolo en lo que se refiere a que la justicia conceda a la mujer lo que es estrictamente suyo: el derecho a decidir sobre su cuerpo.

‘Juntas en esto‘, como indica la autora al comienzo de la lectura, es la historia de la misma familia en distintas épocas. La pasada, situada en los años 60, en pleno régimen franquista, en la que una mujer queda embarazada fuera del matrimonio —con el estigma que ello suponía en aquella época— y decide tener a su hija. La presente, hace unos diez años cuando la que suponemos es esa hija que pudo no haber sido —¿o quizás es la nieta?— , resuelve interrumpir un embarazo no deseado. Entretejidas ambas vías de manera tremendamente orgánica, y pasando Vázquez de una a otra de las historias con un simple cambio de colorido en lo expresivo y sencillo de su trazo; la elocuencia que la joven autora muestra al casi desprenderse del uso de la palabra escrita y dejar que sean los silencios los que, resonando fuertes en el lector, sean llenados por éste con todo el contenido posible, es de un calado tan asombroso que cuesta, y mucho, no dejarse acongojar por la intensidad de tan breve tebeo.

Un tebeo cuya denuncia se pone en valor con las cuatro páginas que le sirven de epílogo y que, desde su desnuda sencillez, consigue alzarse como necesario altavoz de una reclamación a la que demasiados pasados han querido callar. Hora es ya de que se escuche un mensaje que queda perfectamente resumido en la breve reflexión que recoge la portada de este necesario tebeo: «Lo importante es que podamos decidir». A lo que yo añadiría «…, que ya es hora».