La hasta ahora trilogía de ‘John Wick‘ ha servido, por lo menos, para un par de afortunados reencuentros. El primero, con un Keanu Reeves que, recuperado para el cine de acción, ha encontrado en el actor y su encarnación del letal asesino el personaje que había nacido para interpretar —y no hay aquí carga de mordacidad alguna, Reeves está magnífico en todas las cintas y, por una vez, su expresión adusta viene como anillo al dedo a aquello que necesita proyectar—. El segundo, aún más relevante, ha sido el que ha dimanado de la voluntad de su director, Chad Stahelski, por recuperar la claridad narrativa que tanto y de manera tan aberrante se había perdido en el cine de acción, ya por mano de los doscientos planos por segundo de Michael Bay —ver ‘6 en la sombra’ es darse cuenta del abundante mal que el cineasta hizo al género— ya por las inquietudes cámara al hombro de Paul Greengrass —y que conste en acta que, personalmente, me encantan las dos partes de la trilogía original de Jason Bourne o la sobrecogedora ‘United 93‘ de las que se hizo cargo el británico, pero eso no quita para ser consciente de lo por momentos confuso de su narrativa: bajo la máxima de rodar y montar de tal manera que el espectador nunca tenga la desagradable sensación de no saber qué diantres está viendo, lo que Stahelski y los dos editores que han participado en la franquicia han conseguido con cada nueva entrega es renovar hasta tal punto la forma de rodar la acción que, esperemos, se haya establecido un nuevo paradigma que guíe el rumbo de lo que este tipo de cine tenga que ofrecernos de aquí en adelante.
Tamaño éxito han cosechado las películas —si bien sus presupuestos han ido aumentando desde los 20 millones de la primera a los 75 de la tercera, también lo han hecho las recaudaciones, pasando de poco más de 40 millones con la entrega inicial a unos nada desdeñables 171 con la última, sólo en Estados Unidos— y tanto campo dejaban abierto al no tratar el pasado de la Baba Yaga, que era obvio que alguna avispada editorial terminaría haciéndose con los derechos para el noveno arte de tan jugoso personaje. La afortunada terminó siendo Dynamite Entertaiment, y el proyecto de contar los primeros pasos del personaje, recae en manos del siempre habilidoso Greg Pak y de dos artistas que, asumiendo en gran parte la mejor cualidad de los filmes, hacen de la lectura de este ‘John Wick’ un ejercicio de entretenimiento espléndido que, no obstante, por su mera existencia, arrastra el problema de cualquier precuela: la falta de inquietud auténtica por el destino de su personaje central.
Por más que pueda resultar herido, ser dado por muerto, o ser sometido a las torturas más inimaginables —que no es el caso, cuidado, simplemente estoy haciendo una reflexión ad hoc— la condición de mirar hacia el pasado de un personaje que está vivo en el presente resta, como hemos visto hasta la saciedad en el cine, mucha carga de efectismo a lo que la historia puede llegar a dar de sí y si bien, como es el caso, esta está bastante bien escrita y deja ciertos cabos sueltos que recoger en un futuro en otra miniserie, no hace falta más que un poco de imaginación para rellenar, ya los huecos dejados por ella, ya los que ella sirve para rellenar. Ignorando hasta donde se puede esta cualidad inherente a las precuelas, lo cierto es que el cómic de ‘John Wick’ se lee como se ven las películas, con el aliento entrecortado y una avidez creciente y por lo menos para este redactor eso son razones más que suficientes para acercarse a la recopilación que Fandogamia nos ha puesto en bandeja.
John Wick
- Autores: Greg Pak, Giovanni Valletta y Matt Gaudio
- Editorial: Fandogamia
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 136 páginas
- Precio: 12,35 euros en
¡Grande John Wick! Mis pelis de acción favoritas de los últimos años junto a la primera de Kingsman. Sin embargo, suscribo lo que dices sobre el gran problema de las precuelas.