‘Jessica Jones 2. Los secretos de Maria Hill’, intermezzo con fuoco

Mientras que los que nos seguimos rindiendo a su talento estamos ya frotándonos las manos ante lo que Brian Michael Bendis hará con Superman toda vez desembarque en DC, y Marvel quema los últimos cartuchos del que fuera figura fundamental de la editorial durante casi una década, Panini sigue a su aire ofreciéndonos diversos productos con la firma del insigne guionista que, imprescindibles todos, quedarán ya para siempre en nuestra tebeoteca como espléndido testimonio del trabajo que el escritor llevó a cabo como «arquitecto» de la Casa de las Ideas. Una casa que va a quedarse muy desangelada sin su presencia —sólo hay que hacer un simple ejercicio de eliminación de los títulos que ahora mismo cuentan con su firma y ver qué paupérrimo estado le aguarda a la vasta oferta mensual marvelita— y que en esta nueva encarnación de Jessica Jones ha encontrado uno de sus puntos más álgidos de los últimos dos años.

Sin que por ella haya pasado el largo tiempo transcurrido desde la aparición de ‘Alias’ —algo que ya decíamos en la reseña que le dedicábamos al primer volumen de la serie el pasado mes de julio— y establecidos los parámetros por los que va a moverse esta nueva andadura de la malhablada e incorrecta detective privada en su tramo inicial, Bendis se dedica en las páginas de esta segunda recopilación —que contiene los números 7 al 12 de la edición original— a seguir explorando la compleja situación actual de nuestra particular heroína al tiempo que la mete de lleno en uno de esos intrincados complots que estamos acostumbrados a asociar a Nick Furia, sólo que en esta ocasión, y en ausencia del espía del parche en el ojo, es una Maria Hill que guarda no pocas concomitancias con el que fuera su mentor, la que pone patas arriba la vida de la señorita Jones.

Tan arriba, que si a lo que asistimos durante el transcurso de la lectura es, por gracia de Bendis, del personal y siempre sorprendente trazo de Michael Gaydos y de esos geniales flashbacks ilustrados por nuestro Javier Pulido, un dechado de ritmo, de callejones sin salida que siempre encuentran una pequeña rendija por dónde resolverse y de, por supuesto, diálogos marca de la casa; la bomba que el genial escritor suelta en la antepenúltima viñeta es de esas que le dejan a uno con la mandíbula a ras de suelo. Bien es cierto que, para entenderla en toda su dimensión, es estrictamente necesario haberse leído ‘Alias’, lo que eleva aún más la apreciación hacia Bendis y al respeto que éste tiene por el lector de siempre. Algo que no es tan fácil de encontrar como podría parecer y que, por supuesto, sólo es una virtud más que sumar a todas aquellas que me hacen tener al artista en tan elevada estima.