'Grendel Tales vol.1', cajón de sastre

Habiendo dedicado amplio espacio al personaje a lo largo de los dos años que llevó a Planeta publicar, en cuatro volúmenes, el grueso que podría considerarse indispensable de Grendel, una de las dos creaciones por las que Matt Wagner siempre será reconocido —la otra, por si hay algún despistado en la sala, es ‘Mage‘—, no voy a invertir esfuerzos en introducir en estas líneas al famoso personaje de Dark Horse, instándoos, en su lugar, a que pinchéis en este enlace y, de así quererlo, deis cuenta a cada una de las reseñas en las que mi compañero Mario y servidor se acercaron al ¿legendario? y despiadado asesino de la máscara. Así, en lugar de reiterar argumentos de los que ya expusimos, voy a ir muy al grano con el material que Planeta incluye en este, el primero de dos tomos destinado a recopilar, como ya hiciera Dark Horse en Estados Unidos, todos los relatos que, alimentándose del éxito de la colección central, conformaron ‘Grendel Tales’, un escaparate bastante variado que lo es en sus intenciones y, sobre todo, en su calidad.

Dejando claro que ninguna de las cinco historias que aquí encontramos está a la altura del paso que Matt Wagner marcaba, sobre todo, en el primer tramo de la serie, ese que quedaba recogido en el primero de los volúmenes antes citados y que, a día de hoy, es listón imbatido por cuanto vino detrás de él. Sabiendo eso, lo que resta a la hora de acercarse a este ‘Grendel Tales’ es intentar apreciar, en la medida que quepa, lo inane del primer número de la serie, escrito por Steven T. Seagle; lo muy poco convincente y bastante errático del guión de James Robinson para ‘Cuatro diablos, un infierno‘, que al menos se beneficia del dibujo —que no de la disfuncional narrativa— de Teddy Kristiansen; los aires de grandeza que envuelven a ‘El martillo del diablo‘, en el que se rompe sin justificación alguna la cuarta pared; el homenaje nada velado que, de nuevo, Seagle rinde a ‘La cosa‘ y que, con arte de Paul Grist, es lo segundo mejor que ofrece el volumen y, por último, lo único que, a título personal, destacaría sin dudas de estas más de 400 páginas, el ‘Diablos y decesos‘ que, con un espléndido guión de Darko Macan cuenta con las magníficas planchas del desaparecido Edvin Biukovic. Ya quedará en manos de cada uno el ponderar si el peso de ese último tercio de la lectura justifica, o no, el acallar las voces completistas que, seguro, resonarán con potencia en la cabeza de más de uno de vosotros, coleccionistas recalcitrantes. Dicho con todo nuestro cariño, ¿eh? que por aquí no nos escapamos ni por un pelo a esa calificación.