‘FRNCK 3. El sacrificio’, más serio

Caracterizada desde su primer álbum por un muy acusado sentido del humor que, superpuesto a otras disquisiciones como la ciencia-ficción que le sirve de motor o la reflexión acerca de nuestro modo de vida en comparación con el de nuestros más lejanos ancestros, funcionaba a las mil maravillas en cualquiera de sus dos entregas previas, hay en este tercer volumen de ‘FRNCK’ cierta voluntad por parte de Olivier Bocquet, su guionista, de ir virando hacia asuntos algo más serios que, sin perder de vista la ligereza de cascos propia del brutal choque entre culturas que supone la premisa de partida de la historia, ahonden en la definición de los personajes que conforman su coral reparto.

No estoy diciendo, ni mucho menos, que en aras de conseguirlo, Bocquet pervierta hasta tal punto el tono de la serie que este tercer álbum suponga una ruptura radical con lo anteriormente visto en ella, pero sí que, reducido en intensidad, el humor, todavía muy presente en abundante cantidad de momentos, da paso a que conozcamos algo más a el Franck protagonista, un adolescente que se ve desplazado a la prehistoria, que debe lidiar con una situación en la que cualquier adulto se lo haría en los pantalones y del que hasta ahora sólo sabíamos que era un arquetípico huérfano rebelde que había huido de varias de las familias que le habían asignado. Pero hete aquí que, con tan sólo unas cuántas páginas de este ‘El sacrificio’, la personalidad de Franck gana un par de dimensiones y se acerca mucho más a un lector con cuya empatía ya contaba casi desde la primera viñeta.

En términos gráficos el trabajo de Brice Cossu sigue siendo tan encomiable como el color que le aporta Yoann Guillo, y el estilo vivaraz, caricaturesco y de narrativa precisa y rítmica del francés, casa a la perfección con todas las múltiples exigencias de un guión que tan pronto nos plantea una conversación sobre la magia de un smartphone como nos lleva a través de una jungla en una frenética persecución con mamuts de por medio. Esta variedad, la franca simpatía que despiertan todos los personajes y, por supuesto, las inevitables risas que uno se echa mientras está leyendo, hacen de ‘FRNCK’ uno de esos tebeos que puedes recomendar a cualquier tipo de lector.