Es cierto que (el término novela gráfica) ha ayudado a desligar al cómic de la literatura infantil y juvenil y que muchos adultos han cruzado la barrera gracias a ella, pero no hay que olvidar que es marketing.
Tras el traspiés de ‘Koma‘, que ya vimos que no era responsabilidad suya, el genial ‘RG‘ y las grandísimas historias cortas contenidas en ‘Dándole vueltas‘, afrontamos la última entrega de esta serie de tres artículos centrados en la figura de Frederik Peeters para llegar a ‘Aama‘ el proyecto en el que el suizo está trabajando en la actualidad y, en primera instancia, el que ha provocado que tengáis a vuestra disposición esta guía de lectura.
‘Paquidermo’, el cómic como vehículo para el psicoanálisis
Paquidermo es un trabajo intermedio…Hay improvisación, pero también pasajes predefinidos y escritos con mucha antelación, de forma muy precisa.
Nuevo álbum y nuevo cambio de género. Confirmando que sus inquietudes no conocen límites, Peeters se aleja de lo que hasta entonces le habíamos podido leer para adentrarse en un marco que en el cine y la literatura siempre ha dado excelentes resultados cada vez que se ha recalado en él, la década de los cincuenta.
Con el clima paranoico de la Guerra Fría sobrevolando por las páginas, el artista nos introduce aquí en el particular universo de dos personajes, una mujer que busca a su marido en un extraño hospital y el peculiar (por no decir excéntrico) médico que ha operado a éste, y los hace girar en torno a una trama que va desvelándose como lo hacen los grandes relatos de suspense, poco a poco y sin que decaiga el ritmo.
Pero esta no sería una obra de Peeters si en el interín no hubiera lugar para lo onírico y lo simbólico, aspectos ambos que se han dado la mano de forma continua en su trayectoria (en especial en ‘Lupus’) y que aquí quedan expuestos a través de alegorías de clara raiz freudiana (con el sexo y la culpa que de éste se deriva como principales actores) combinadas con otras como la muerte o la vejez.
Y si fascinantes resultan dichas alegorías y, cómo no, el trazo de un autor que no ha cesado en la constante evolución que le hemos visto desde ‘Píldoras azules’, aún más fascinante es en ‘Paquidermo’ la forma en la que Peeters narra la historia: de un lado tenemos los acontecimientos que transcurren de forma real, insertados aquí y allá en viñetas sueltas cuya inclusión está llamada a acrecentar la irrealidad de lo que sucede en la otra vertiente, la que tiene lugar en los sueños. La perfecta combinación de ambas es de tal calibre que una primera lectura se muestra casi incapaz de revelarla, convirtiendo pues a este magnífico álbum en uno de esos títulos que gana, y cómo, con cada nueva aproximación.
‘Castillo de arena’ viñetas a 24 fotogramas por segundo
Creo que la fuerza de Castillo de arena reside precisamente en que el medio más adecuado para llevar a buen término esta obra es precisamente el de la historieta.
Temer que ‘Castillo de arena’ se convirtiera en el segundo traspiés de la trayectoria de Frederik Peeters no era algo descabellado considerando que la única ocasión en la que el autor se había puesto hasta entonces en manos de un guionista ajeno, el resultado había sido la ya comentada ‘Koma’.
Afortunadamente, todos nuestros temores eran infundados y la lectura de este absorbente álbum no deja lugar a dudas acerca de la fuerza de los planteamientos tanto del guión de Pierre Oscar Lévy como del montaje que, sobre éste, hace el gran director que es Peeters.
En el volumen, los autores toman a un grupo de desconocidos y, como si de dos modernos Agatha Christie se tratara, los introducen en un entorno aparentemente bucólico que se convertirá en hostil en muy poco tiempo. Encerrados en el abierto espacio de una cala costera que viola todas las reglas de la física en lo que al paso del tiempo respecta, los actores de este drama de ciencia ficción son manejados por Lévy y Peeters a su antojo, y la capacidad de la historia para sorprender al lector es brillante.
Como brillante es el recital narrativo que Peeters vuelve a ofrecernos en las 100 páginas que conforman ‘Castillo de arena’. Las exigencias del relato (mostrar a los mismos personajes conforme van envenjeciendo) se muestran insuficientes para hacer mella en lo que el artista suizo es capaz de desarrollar con sus lápices, y un altísimo porcentaje de la extraña magia que desprenden las páginas (y que tanto se asemeja a la que dimanaba de las historias de ‘The twilight zone’) es, sin duda alguna, responsabilida suya.
‘Aama vols. 1 y 2’, Peeters regresa por la puerta grande a la ciencia ficción
Aama es una historia para leer, pero también un libro para mirar, quiero que uno pueda pararse en las viñetas y ponerse a fantasear, que apetezca perderse en los decorados que atraviesan los personajes, y quedarse con ellos..
Juzgar una obra cuando todavía no se sabe de cuántos volúmenes va a constar es como pretender valorar el mejor de los platos de Adriá a media cocción: podemos ver los ingredientes y cómo se están mezclando, pero el sabor final queda muy lejos de poder ser apreciado en toda su dimensión. Dicho esto, me veo obligado a llevarme la contraria e impelido a afirmar que, si sigue el camino que lleva hasta ahora, ‘Aama’ tiene todo el potencial para poder convertirse en lo mejor que Peeters ha hecho en su carrera. Y a la vista de lo que llevamos repasado, no es moco de pavo.
Jugando de nuevo con la narración no lineal, Peeters arranca ‘Aama’ como si de una película de J.J.Abrams se tratara, con un prólogo situado en un tiempo futuro del que desconocemos su posición exacta pero al que sabemos que irremisiblemente terminará llegando la acción. A partir de ahí, la historia nos lleva un poco hacia el pasado, y después un poco más para presentarnos a Verloc, el narrador omnisciente cuya voz en off, derivada de la lectura que él mismo hace de sus diarios, será el hilo conductor de los acontecimientos.
Recogido por su hermano Conrad de una vida miserable (que arrastra desde que su mujer se fuera con su hija) Verloc terminará enrolándose con éste en una misión que le llevará a otro planeta en busca de una sustancia conocida como Aama. Al lado de los dos, un robot con apariencia de simio que les sirve de guardaespaldas completa el inicial trío protagonista.
Y digo inicial puesto que, en cuanto los tres llegan al planeta y se encuentran con el equipo de científicos allí varado, el reparto se amplia hasta completar el magnífico y variado repertorio coral con el que Peeters comienza a coquetear en las últimas páginas del primer volumen y del cual se sirve en el segundo para explotar la historia en toda su dimensión.
Alejándose de ‘Lupus’ de forma más que consciente, ‘Aama’ responde al deseo de Peeters de «intentar asumir los códigos clásicos, en lugar de esconderme e intentar hacer algo diferente». Y si el guión responde de forma más o menos directa a dicha intención (aunque siga dimanando ramalazos del Peeters más metafórico) donde realmente se dejan notar las aspiraciones del suizo es en las fascinantes páginas de los dos álbumes.
De nuevo a color (en esta ocasión directamente aplicado por él) y con sus tics narrativos integrados a la perfección en el discurso secuencial, la fuerza de ‘Aama’ reside, sin duda alguna, en la verborrea creativa que Peeters desarrolla de cara a los sugerentes diseños que pueblan la acción de principio a fin, ya sea en la parte tecnológica como, sobre todo, en la biológica, concretando el artista unas criaturas que dejan al lector completamente anonadado.
Lo decía hace unos párrafos y lo vuelvo a repetir. Con lo que llevamos leído de ella (y a falta de saber si serán cuatro o más álbumes los que Peeters utilice para narrar esta epopeya de ciencia ficción) ‘Aama’ se coloca sin dificultad a la altura de lo que conseguían ‘Píldoras azules’ y ‘Lupus’ en toda su extensión. Sólo el tiempo dirá si estaremos ya sin saberlo ante la cúspide de la carrera del artista suizo.
En Zona Fandom | Frederik Peeters, un grande entre los grandes 1ª y 2ª parte
1 comentario en «Frederik Peeters, grande entre los grandes (y 3ª parte)»
Los comentarios están cerrados.