COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Flashpoint 1’, el principio del fin

¿Cómo se consigue resultar novedoso sobre un tema del que se ha hablado hasta la saciedad en la última década? ¿Es realmente posible alcanzar una mínima originalidad habida cuenta de los ríos de tinta —impresa y virtual— que se han vertido sobre lo que hoy nos ocupa? Seamos francos: NO. Vayan pues por delante nuestras disculpas si, a lo largo de las líneas que siguen, nuestro discurso falla en aportar elementos que resulten si quiera atractivos a vuestros ojos, queridos lectores.

‘Flashpoint’ fue un terremoto. Una revolución. Un evento que nos pilló a todos los aficionados tan de sorpresa, que aún hoy sentimos muy cercano el asombro con el que lo recibimos. De hecho, visto desde la distancia que dan los ocho años que han trascurrido desde su inicio, y los tres que han pasado desde su fin, la sacudida a la que DC sometió a su línea de publicaciones al completo fue la más brutal y salvaje de toda la trayectoria de la octogenaria editorial estadounidense, superando de calle a todas las sucesivas crisis que, con el sub-título que fuera, habían ido jalonando el natural devenir del universo en el que habitan Batman, Superman y Wonder Woman.

Es más, tan brutal fue, tan radical lo que postuló y lo que a priori iba a abrir, que la maniobra de la editorial polarizó a la opinión de unos fans que, o bien aplaudían enfervorizados la decisión de la empresa de acabar con décadas de continuidad de un plumazo y plantear un Nuevo Universo desde la tabula rasa, o bien se rasgaban las vestiduras encolerizados por el ultraje, la afrenta personal que estaban cometiendo las mentes pensantes de la Distinguida Competencia contra aquellos que llevaban toda su vida invirtiendo tiempo, esfuerzo y dinero en seguir muy de cerca las vidas de sus superhéroes favoritos. Y en medio, justo en el punto medio, estaba un redactor, este que ésto suscribe, que recibía con ganas la loca idea de reiniciar casi ochenta años de publicaciones pero, al mismo tiempo, miraba con tremendo escepticismo un movimiento que, en los cinco años siguientes, demostraría algo que pasó fugazmente por mi mente cuando se anunció a bombo y platillo: que tanto ‘Flashpoint’ como, sobre todo, las Nuevas 52, no eran más que otra maniobra comercial con fecha de caducidad que arrojaba no pocas dudas con respecto a la calidad de lo que íbamos a encontrar por el camino.

El tiempo terminaría dándome la razón —y no es soberbia, es que es algo que dije hasta la saciedad durante aquél lustro— y, contempladas hoy, las múltiples propuestas que poblaron las Nuevas 52 se leen con irregular interés salvo un par o tres de excepciones que sí consiguieron, quizás no lo que se proponían —esa reconfiguración del cosmos de DC partiendo desde esquemas completamente diferentes a los que habíamos visto hasta entonces—, pero sí sacar un producto de calidad que, a día de hoy, pueda ser tenido como una de las etapas más fértiles del personaje en cuestión.

Pero antes de que todo comenzara de nuevo, antes de que los denodados intentos de Barry Allen por salvar a su madre de la muerte provocaran una ruptura en el espacio-tiempo que diera luz a un nuevo universo, DC se dedicó durante un considerable puñado de meses a plantar las semillas que terminarían germinando en los ocho números que conformaron el evento ‘Flashpoint’. Y son esas semillas que condujeron a aquella épica locura orquestada por Geoff Johns las que podemos encontrar en el primero de cuatro volúmenes con los que ECC recopilará la totalidad de ‘Flashpoint’, uniendo a la serie central todas las múltiples ramificaciones que suelen conllevar este tipo de singularidades al otro lado del charco.

Y, sin duda, ahí está la peor virtud que dimana de las páginas de esta espectacular edición que nos trae la compañía española —lo de la portada lenticular es una auténtica pasada—; el que, como en todo crossover que se precie, salirse de la cabecera que le da nombre sea adentrarse en un cenagal plagado de desinterés y número tras número de relleno que, cuando todo el polvo se ha asentado y la épica ha terminado, no han añadido nada a la misma. Afortunadamente, en este primer volumen de la edición XP de ‘Flashpoint’, dichos apuntes quedan relegados a un tercio de la lectura, el final, correspondiente a unos números orientados a acercarnos a visiones alternativas de Superman, Wonder Woman, Green Arrow o Lois Lane que, a lo sumo, podrían ser calificadas como poco más que meras curiosidades.

El resto del volumen supera ese trance final con dos historias que se mueven entre lo notable y lo casi sobresaliente. La primera, la que engarza Dan Jurgens al guión y dibujo de los seis números que conforman ‘Time Masters: Vanishing Point’. La segunda, la que sirve de camino directo a ‘Flashpoint’ y en la que Geoff Johns, Scott Kolins y el gran Francis Manapul acompañan a Flash en sus esfuerzos por vencer a Zoom. Unos esfuerzos que tendrán sus inesperados frutos en la aparición de una realidad alternativa radicalmente opuesta a la que conocemos —la que se denominará Flashpoint— y que, en última instancia, desembocarán, como decíamos más arriba, en ese inmenso collage de muy dispar calidad que fueron las Nuevas 52. Pero eso, como suele decirse, es otra historia.

Flashpoint 1

  • Autores: VVAA
  • Editorial: ECC Ediciones
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 408 páginas
  • Precio: 38 euros en

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4 comentarios en «‘Flashpoint 1’, el principio del fin»

  1. Leí Flashpoint el año pasado y me decepcionó bastante. Igual es que no entendía el trasfondo de la historia. Los dibujos eran muy chulos, pero no le vi ningún interés a argumento. Igual si me leyera estas historias adicionales lo disfrutaría un poco más.

    • Mi impresión de ‘Flashpoint’ hoy, casi una década después de su arranque, es que es un evento que se entendió entonces y se sigue entendiendo ahora por los que la leímos en su momento, quizás con más intensidad, dentro de un contexto muy concreto que, quizás no se pueda apreciar desde una perspectiva más alejada. Además flaquea, como creo que dejo caer en la entrada, por el excesivo adorno de satélites muy poco interesantes —práctica habitual de todo crossover que se precie— que uno acaba leyéndose por el equivocado miedo a perderse algo importante fuera de la cabecera central. Así que, no Apertotes, no hace falta que leas nada, si el evento no hizo su trabajo, ten claro que sus adendos no servirán de mucho.

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