Aunque no tanto como lo hiciera hasta julio del pasado 2016, escribir sobre cine sigue siendo una pulsión a la que, sin duda no de forma tan intensa como la de hacer lo propio con los cómics, he de dar salida cada cierto tiempo. Receptores directos de dicha «sana obsesión», sois vosotros los lectores los que habéis de aguantar mis berrinches hacia parte del cine que veo —un cine que, en las últimas semanas, no hace más que darme disgustos— y los que, en última instancia, compartiréis o no gustos y reflexiones sobre un arte, el séptimo, que empecé a adorar mucho antes de saber qué diantres era una viñeta y cómo se leía un tebeo. Es por ello, por el hecho de que llevo «bebiendo» cine desde que tenía tres años —y no exagero, fue con esa edad que mis padres me expusieron por primera vez a una proyección en pantalla gigante— que ‘Filmish. Un viaje gráfico por el cine’, me tenía ganado incluso antes de abrir el volumen publicado por Random House y dar cuenta de un prólogo escrito por el propio autor en el que confiesa más o menos lo mismo que yo acabo de hacer: una pasión desaforada por el medio que le viene desde que era un chaval.
Puesta ahora en narrativa secuencial, lo que Edward Ross demuestra, no es sólo que es conocedor íntimo del cosmos del arte cinematográfico sino que, como artista gráfico, posee un talento singular para, en los seis capítulos en los que se divide el tomo, acercarnos desde sendos ángulos a una considerable parte de lo que supone hacer una película y, asimismo, a lo que como público percibimos de ella. Con la ausencia del movimiento y del sonido, factores que separan de forma taxativa cine y cómic, resulta encomiable el magnífico ritmo que Ross imprime una lectura que maneja en ocasiones conceptos complejos pero que, pasados por el tamiz de la viñeta, quedan expuestos de formas que son de fácil asunción y sencilla asimilación por parte del lector. A través de ‘El cuerpo’, ‘Los decorados y la arquitectura’, ‘El tiempo’ —acaso el mejor de todos los capítulos del libro por la forma en que el autor analiza la cuarta dimensión en el celuloide—, ‘La voz y el lenguaje’, ‘El poder y la ideología’ y ‘La tecnología y la tecnofobia’; y de la multitud de ejemplos de todos los rincones del séptimo arte que adornan cada uno de ellos, de los que cabe encontrar exhaustiva cuenta en el apartado de filmografía, ‘Filmish’ se alza como un libro que encierra una espléndida dualidad tanto si nos referimos al cine como si lo hacemos al cómic: es un título que funciona a partes iguales como perfecto manual introductorio y como ejercicio llamado a hacer las delicias de los entendidos de cualquiera de las dos disciplinas.
Ciñendo lo que tamaño logro supone al ámbito del cómic, que es el que hoy nos interesa, resultan ejemplares las muchas páginas en las que Ross, con un estilo simple que mucho recuerda al de Scott McCloud en sus libros sobre el arte secuencial, aglutina conceptos de narrativa aviñetada y los dispone de tal manera que, en conjunción con las muchas ideas pedagógicas sobre el cine que se barajan desde el guión, conforman un todo asombroso: asombrosas son algunas de las páginas dobles —atención a las que sirven para homenajear a Mèlies o a ‘La ventana indiscreta’—; asombrosa es, de nuevo, la fluidez con la que discurren las doscientas páginas sin que uno se de cuenta de que van pasando y muy asombroso es el que, toda vez finalizada la lectura, nos encontremos ante la misma tesitura en la que solemos hallarnos cuando hemos disfrutado de una buena película en el cine; la de no querer abandonar la sala y ver otra vez el filme que sea. Eso mismo ocurre con ‘Filmish’ con la ligera ventaja de que, de así sentirnos, sólo tenemos que volver al comienzo y acometer de nuevo la lectura de una obra que es una de las más bellas declaraciones de amor hacia el séptimo arte que servidor ha tenido el placer de leer. Ahí queda eso.
Filmish. Un viaje gráfico por el cine
- Autores: Edward Ross
- Editorial: Random House Mondadori
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 200 páginas
- Precio: 16,90 euros