‘El oro y la sangre 1’, aventuras épicas

A la luz de lo mucho que nos ha llegado de él en los útimos tiempos, afirmar que Fabien Nury es uno de los guionistas de moda en el vasto mundo del tebeo francobelga no es sino una constatación de la fuerte repercusión y amplia aceptación que los títulos por él escritos están teniendo en el país vecino y, por qué no, en el nuestro, donde ya hemos tenido la oportunidad de leer álbumes como ‘Silas Corey’, ‘Las crónicas de Legión’, ‘Tyler Cross’ o, por supuesto, esa obra maestra que son los tres volúmenes de ‘Érase una vez en Francia’ publicados por Norma en 2013 y, sin duda alguna, el MEJOR cómic europeo que nos dejaron aquellos doce meses. Unido ahora al prometedor talento de Maurin Defrance —prometedor por cuanto lo que aquí leemos está también a un nivel superlativo—, Nury nos traía en el último mes de 2014 de mano de Spaceman Books ‘El oro y la sangre’, un tebeo de aventuras —y ciertos apuntes bélicos— de arrebatador corte clásico que viene a respaldar la afirmación inicial de que el guionista es uno de los nombres del momento en esto del noveno arte.

Y para demostrarlo, para dejar plena constancia de que su habilidad a la hora de construir historias y personajes está un paso por delante de muchos compañeros de profesión, a Nury —y a Defrance, por supuesto— le bastan unas pocas páginas, las suficientes para enganchar al lector en este fantástico relato que comienza con un abuelo relatando parte de su pasado a un inquieto nieto para trasladarnos en seguida a las sucias trincheras de la Primera Guerra Mundial y, de ahí, a los parajes del Rif marroquí: en ese constante movimiento al que queda sometido la acción, la pareja de escritores demuestra un perfecto dominio tanto del tempo narrativo como de ese sentido de la aventura y la épica que uno asociaría, por ejemplo, a las míticas ‘Lawrence de Arabia’ de David Lean, ‘El hombre que pudo reinar’ de John Huston o, yendo aún más hacia atrás en la historia del cine, al ‘Beau Geste’ protagonizado por Gary Cooper en 1939 y dirigido por el gran William A. Wellman.

Con esas referencias como gran marco en el que situar lo que aquí nos vamos a encontrar, y sin querer desvelar mucho de una trama que sigue a dos soldados —un aristócrata y un corso— ansiosos por escribir grandes gestas juntos tras haber sobrevivido a las penurias de la contienda bélica, el otro gran acierto de este primer volumen de ‘El oro y la sangre’ es, obviamente, el dibujo de Bedouel y Merwan, que se adapta a la perfección a la clara vocación cinematográfica del mismo ampliándola sobremanera con la precisa planificación del primero y el inequívoco estilo del segundo, un dibujante éste último que se despega aquí de forma definitiva de las faldas de Bastién Vives —al que hasta ahora había tenido muy presente en su estilo— para dar todo un recital de buen hacer tebeístico. Como hemos afirmado en muchas ocasiones, la espera hasta el siguiente, y último volumen, va a ser muy larga.