‘El cambio’, un enigma fascinante

Ales Kot es un guionista que se me ha atragantado bastante en mis diversos acercamientos a su obra. ‘Niños salvajes’ —su opera prima— me espantó por su pedantería y falta de dirección, y con ‘Wolf’ no pude pasar de la primera entrega, así que cuando me asomé a las páginas de ‘El cambio’ lo hice con una sensación de ultimátum: o encontraba en este tomo ese destello de genialidad que algunos críticos yanquis señalan al hablar de Kot, o lo desterraba por completo de mi pila de lecturas. Todo o nada: el apocalipsis o la redención.

Intentar resumir lo que se nos cuenta en este volumen es una tarea imposible. Su compleja estructura, con tramas sobrepuestas y cambios continuos de perspectiva, no admite una interpretación sencilla e inequívoca. Aun así, intentaré apuntar los elementos esenciales. ‘El cambio’ cuenta la historia de un proceso apocalíptico que está teniendo lugar en la ciudad de Los Ángeles, con una atmósfera onírica e inquietante que recuerda a piezas lisérgicas como ‘Miedo y asco en Las Vegas’. El protagonismo se lo reparten cuatro personajes bastante singulares. En primer lugar un rapero llamado W-2, que sueña con protagonizar una película de tintes lovecraftianos. En segundo lugar está Sonia Bjornquist, la guionista que ha recibido el encargo de escribir dicha película. El tercer personaje en escena es un astronauta que regresa a la Tierra tras un viaje espacial que lo llevó hasta Europa, uno de los satélites de Júpiter. Por último, un joven llamado Robert Doublehead —nombre que no podría ser más apropiado, como comprobaremos hacia el final de la historia—, al que persiguen ciertos acontecimientos traumáticos de su pasado.

Kot combina estos ingredientes para dar forma a una trama tan extraña como fascinante. Dejando de lado los excesos verborreicos y la jactancia sesuda que lastran otros de sus trabajos, el joven guionista nos embarca en un viaje con ecos de Lovecraft y Cronenberg a través de episodios fragmentados que reconstruyen las vidas de estos personajes. Un viaje que conviene repetir para no dejarse cabos sueltos por el camino. En mi caso, me he leído dos veces ‘El cambio’ antes de escribir estas líneas. La primera lectura me dejó bastante desconcertado, pero con la sensación de que ahí había algo que valía la pena indagar. Durante la segunda, muchos detalles cobraron sentido y la laberíntica estructura comenzó a revelarse. ¿Habrá una tercera? Quién sabe. Lo importante es que este cómic me ha permitido reconciliarme, al menos por el momento, con Ales Kot. Sigo pensando que se pasa de enrevesado, que ensombrece sus aciertos con demasiados fuegos de artificio, pero a pesar de todo ha conseguido crear con ‘El cambio’ una obra con personalidad y voz propia.