‘EGB vs. ESO’, desaprovechada

Fui de la EGB. Soy, entre otras cosas, profesor. Así que podéis imaginar que el (brutal) salto cualitativo en lo que al sistema educativo respecta en este nuestro país es algo que siempre tengo muy presente, tanto por mi práctica habitual, como la que corresponde a gente muy cercana que también se dedica a la docencia y que tiene que observar horrorizado/a cómo los niños de hoy (hablando siempre en términos generales, claro, que afortunadamente casos puntuales brillantes hay; pocos, pero los hay) se encuentran a años luz de aquellos que lo éramos hace tres décadas.

Sin querer entrar en polemizar acerca de lo que los sucesivos gobiernos (TODOS) han hecho y desecho con unos contenidos y unas formas evaluadoras que hoy por hoy son de risa, si hay algo que se ha derivado de forma constante del claro choque entre dos formas tan distintas de entender lo que se debería transmitir a los alumnos, es el humor, ese que nos empuja a reirnos de una situación que, de ser tomada en serio, tendría que servirnos para llorar a moco tendido.

Y es precisamente ese humor el que servidor esperaba encontrar en ‘EGB vs.ESO’ un «tomito» planteado desde la premisa básica de comparar de forma constante actitudes pasadas y presentes de dos generaciones que, vistas desde la distancia, tienen poco o nada que ver. Desafortunadamente, y aunque desde el punto de vista gráfico el trazo y las páginas de Bea Tormo sean la mar de simpáticas, en lo que concierne a todo el jugo que podía habérsele sacado al enfrentamiento entre la EGB y la ESO, el volumen se queda a mitad de camino, no explorando con intensidad las innumerables diferencias existentes entre ambos cosmos (y las concomitancias, que también las hay) y, en última instancia, no consiguiendo arrancar del lector más que un amago de risotada aquí y allá, insuficiente para situar al trabajo de la artista en lo que éste redactor considera humor gráfico de primera fila.