‘Divas de diván’, divinas de la muerte

Si de algo pueden vanagloriarse las hermanas Pacheco acerca de ‘Divas de diván’, es de haber creado un producto tan inclasificable como desopilante y único. Es más, es que esos tres epítetos que acabo de asignar a lo que contiene el volumen elegante y exquisitamente editado por ¡Caramba! son sólo la antesala de otros muchos de entre los que me quedaré con otra terna; la conformada por cínica, elocuente y brillante.

‘Divas de diván’ es cínica porque hay que ser «muy mujer» para atreverse a mirar a su propio género bajo un prisma que aúna autocrítica y devoción a partes iguales; que sabe como sacar las mayores «vergüenzas» que la sociedad siempre ha asignado al género femenino para, aireándolas, convertirlas en inusitadas fortalezas; que entiende que incluso en su sesgo más frívolo, el papel de la mujer en la historia ha sido fundamental y que, al unir todo lo anterior el resultado es de una claridad de ideas extrema.

‘Divas de diván’ es elocuente porque su discurso, enhebrado a partir de un intento de sus protagonistas por definir lo que es ser una «diva de diván», siempre termina yéndose por la tangente y, al final, son esas tangentes las que, en su conjunto, definen la expresión. Es elocuente porque la manera en la que Carmen Pacheco —la guionista— estructura el libro en uno + cinco capítulos, dedicando el primero a la introducción y los otro cinco a conceptos como moda, drama, hombres, trabajo y ocio, consigue dibujar un mapa cargado de humor y exento de moralina o de algo que hubiera sido mucho más peligroso, una doctrina feminista de la que, al menos servidor, no ha encontrado ni rastro.

Finalmente, ‘Divas de diván’ es brillante gracias a la precisa conjunción que se da entre la labor de Carmen y el maravilloso trabajo gráfico de Laura: con o sin el apoyo de las palabras de su hermana y especialmente cuando ésta enmudece la voz de sus féminas imaginarias, el ágil trazo de la artista, su naturalidad a la hora de retratar hasta la más afectada de las poses y el dinamismo con el que cualquiera de las pequeñas píldoras que conforman el álbum discurre ante nuestra mirada son valores que, sumados y añadidos a todo lo que hemos apuntado acerca del guión elevan a ‘Divas de diván’ a la categoría de sobresaliente sorpresa. Huelga decirlo pero, por si acaso, queremos más.