‘DCsos: Inmortales’, en el Taylorverso puede pasar de todo

El nombre de Tom Taylor empezó a sonar con fuerza gracias a “Injustice: Gods Among Us”, un comic digital que veía la luz para acompañar a un videojuego basado en los personajes de DC Comics. el invento salió a las mil maravillas y terminó teniendo múltiples secuelas convirtiéndose en una de las franquicias más exitosas de la editorial. Todo valía y podía ocurrir en esa historia, convenía no encariñarse de ningún personaje por “importante” que fuera dentro de la continuidad general, nadie estaba a salvo. Un concepto que mucha gente vio con buenos ojos, disfrutando sobremanera de las burradas que el guionista de Melbourne ideaba con precisión milimétrica. Un esquema que repetiría de nuevo años más tarde, esta vez con zombis (infectados, caminantes, pueden llamarlos como quieran), en esa maravilla titulada “DCsos”. Otra vez sonaría la campana y los DC Zombis se convertían en la nueva gallina de los huevos de oro, a estas alturas se pueden contar tres spin-off y una secuela. Y la cosa no tiene pinta de quedarse ahí porque, si algo funciona, ¿alguien lo tocaría para arreglarlo? Es evidente que no.

ECC nos trae la edición en tomo del segundo spin-off de la serie madre, este ‘DCsos: Inmortales’ donde no falta la casquería marca de la casa que a tantos nos ha encandilado. Un relato que tiene como protagonista central a un Slade Wilson (aka Deathstroke) cuyo factor de curación mejorado va a dar mucho juego a la hora de hacer frente a las locuras de Taylor. Una historia que comienza precisamente con el antihéroe sobreponiéndose a la infección provocada por el virus de la antivida, algo que le hará buscar a sus seres más cercanos, un camino largo y lleno de peligros en el que encontrará a otros como él, gente que ha conseguido burlar la horrible “enfermedad”. Aunque podría pasarse por alto, estos personajes secundarios son los que consiguen animar la trama principal cuya acción va saltando de un sitio a otro, apuntando los focos hacia personas que nadie esperaba que tuvieran tal importancia en el devenir final de la obra. Teniendo un grupo tan jugoso de “piezas” encima del tablero, Taylor no se limita tan solo a una carnicería gratuita, prefiere entablar relaciones entre todos ellos, provocando un mayor impacto si cabe en el lector. 

Que nadie piense que Taylor da poca importancia a estos productos, convirtiéndolos en historias frívolas o un divertimento sin mayor gloria que arrancar una sonrisa cómplice al lector. Para nada. Aquí podemos encontrar “chicha” de la buena, jugando, otra vez, con esa tranquilidad y libertad que otorga el poder usar cualquier elemento del Universo DC y hacer con ello lo que buenamente quiera, por aberrante que pueda ser, al igual que ya hizo con la mencionada “Injustice”. Para el apartado gráfico se ha contado con un casi desconocido Karl Mostert, dibujante sudafricano del que hemos podido disfrutar por estos lares su trabajo en la serie de Aftershock, “El Hombre que J*#ió el Tiempo”. Su estilo feísta y algo deudor de Frank Quitely le viene de perlas al guión de Taylor, detallista y algo exagerado, no hace más que potenciar la fuerza que hay en cada una de las escenas de la historia. Dinámico en las escenas de acción y buen narrador cuando los personajes están dialogando, poco más se le puede exigir a lo largo de los tres números de los que consta la miniserie. Máximo provecho el que se le saca a unos personajes y situaciones que al lector le pueden sonar de haberlas visto con anterioridad pero que, una vez que nos metemos de lleno en la lectura, confirmamos que esto es algo serio y cuenta con su propia identidad. Queremos más.

[Grade — 8.50]