‘Daredevil. El hombre sin miedo vol.5’, a por la gloria

«(…)os agarréis bien fuerte a vuestros asientos y os preparéis para lo que Waid os tiene reservados en los números que aún están por venir. Os garantizo que, si sois amantes del buen cómic de superhéroes, “se os va a ir la cabeza”. Palabra de boy scout.» Estas eran las «ominosas» palabras con las que, allá por el mes de mayo, finalizaba la entrada correspondiente al cuarto volumen publicado por Panini del ‘Daredevil’ de Mark Waid. Lector impenitente mes a mes de su versión original, dicha advertencia venía cargada del pleno conocimiento de que lo que quedaba por venir en los seis siguientes números era de un calibre como hacía tiempo no se veía en las páginas del hombre sin miedo, considerando (cómo no hacerlo) que ya lo que el guionista había desarrollado hasta entonces era de un talante que, establecido en lo sobresaliente, coqueteaba de forma constante con lo magistral.

Cumpliendo pues con esa garantía que comentaba a mediados de año, lo que este quinto volumen (que recoge los números 31 a 36 de la edición estadounidense) ofrece es, sin lugar a dudas, una de las apuestas más arriesgadas que se han hecho con el cuernecitos en sus muchos años de recorrido editorial. Huelga aclarar que dicha afirmación no ignora el hecho de que, a sus espaldas, Matt Murdock y su alter ego cuentan con nombres y etapas que han pasado por derecho a formar parte de la historia del noveno arte, demostrando Waid desde que se hiciera cargo de la serie hace tres años que, por más que traigamos a colación a autores como Frank Miller, Brian Michael Bendis o Ed Brubaker, su trabajo no sólo está a la altura de sus predecesores sino que, en algunos sentidos, ha conseguido superar a lo que tan determinantes guionistas aportaron a la mitología del héroe de Hell’s Kitchen.

Y lo ha hecho con una superlativa combinación entre humor, acción a raudales, drama que, considerados en conjunto, han devuelto al justiciero rojo a la luz que abandonó de forma paulatina durante la etapa de Bendis y que las subsiguientes de Brubaker y Diggle dejaron de lado. Contando aquí de nuevo con la espléndida (soberbia y magnífica) pátina visual que aporta la narrativa de Samnee (ayudado otra vez por nuestro Javier Rodríguez) Waid traza aquí dos partes bien diferenciadas de su incursión en la mitología del superhéroe, unidas ambas por el semblante común de ese número que no sólo da cierre al volumen sino a la primera fase dentro de los planes del guionista para con Matt y sus amigos. Una fase asombrosa que, continuada con el reinicio de la numeración de la serie, sigue demostrando de forma categórica que, por encima de muchas de sus coetáneas, ‘Daredevil’ es de lo mejor que se publica hoy en día en La Casa de las Ideas.